ANDAR EN LA LUZ
ES ANDAR
EN COMUNIÓN FRATERNAL
“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros,
y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”
(1ª Juan 1:6-7)

      Hay cosas que son incoherentes en la vida. Por mucho que intenten justificarse ciertas actitudes y patrones, tanto sociales como personales, hay cosas que siguen siendo incoherentes. Es incoherente decir que uno se está poniendo en forma al tiempo que su vida es sedentaria y está llena de una dieta de dulces y pasteles. Es incoherente decir que uno ama a su esposa al tiempo que está con otra mujer. Por mucho que intente justificarse ciertas actitudes y patrones, lo cierto es que hay cosas que siguen siendo incoherentes y contradictorias. Sin duda alguna nuestro mundo está lleno de ellas y debería tenerse cuidado que estas contradicciones que son evidentes pero algunas de ellas muy obviadas, no se infiltrasen en la vida cristiana. Pueden, y de hecho las hay, existir contradicciones patentes en nuestra vida cristiana a las que podemos ser ciegos. Por lo general, por no decir casi siempre, las contradicciones en nuestra vida se generarán por una mala doctrina. Una doctrina errónea llevará a una vida que nada tiene que ver con la doctrina del evangelio de Cristo. El apóstol Juan lo sabía bien y así se lo escribió a sus hermanos en la fe. Había una gran contradicción peligrosa en la que aquellos a los que escribe no podían caer. Era una contradicción que algunos que se decían cristianos estaban viviendo y enseñando en medio de la congregación a la cual escribe Juan. ¿Cuál era la contradicción? No se puede decir que se tiene comunión con Dios quien es luz y andar totalmente en las tinieblas, esto es incoherente y contradictorio en sí mismo. “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros , y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1ª Juan 1:6-7).


      Juan escribe a sus oyentes como “hijitos míos”, el lenguaje del apóstol es amoroso, sus palabras en la carta brotan del amor hacia sus hermanos, no en vano la carta de primera de Juan está llena de referencias al amor. La preocupación del apóstol se debía a que la iglesia estaba pasando un momento difícil a nivel teológico y como resultado directo también a nivel de ciertas actitudes y comportamientos. Parece ser que algunos sustentaban creencias totalmente erróneas en cuanto a la obra de Cristo negando que Jesús era el Hijo de Dios encanado (1ª Juan 4:2-3) y negando también que su muerte era necesaria para el perdón de pecados (1ª Juan 5:6-7). Dicha situación creó un cisma o separación en la congregación haciendo que algunos saliesen de en medio de ella (1ª Juan 2:19). Ahora bien, dicho grupo no se quedó las enseñanzas para ellos sino que parece que siguieron siendo aguijó molestoso y dañino para aquellos hermanos y congregaciones.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Dios mío, únicamente te pido dos cosas:
En tu gracia ayúdame a andar en la luz porque tú estás en la luz para así tener comunión con mis hermanos sabiendo que tu Hijo perdona todos mis pecados. Dios mío, ayuda a mis hermanos a vivir en la misma verdad y comunión.
Amén.
      Esto creó confusión entre aquellos que sí permanecían, no solamente fieles a la congregación sino primeramente fieles a las doctrinas del evangelio tocante al Verbo de vida. Creó duda y la fe de algunos de ellos parecía sustentarse sobre arenas movedizas. Ante esto, Juan escribe su primera carta no solamente para animar a esas congregaciones que estaban pasando por esos momentos sino también para darle a esos hermanos amados razones para que su fe se afirmase y argumentos para poder discernir las falas enseñanzas y los falsos comportamientos de aquellos que intentaban zarandearlos.
      Como cristianos necesitamos ánimo en nuestra fe y, aunque pueda parecer extraño, no hay mayor ánimo para nuestra fe que la sana doctrina. Nuestra fe brota como una corriente de agua fresca y viva de la palabra de Dios, por tanto, una sana doctrina será el pozo profundo e inagotable que enriquecerá y aportará fortaleza y crecimiento a nuestra fe, tanto en doctrina como en vida. Conocer las doctrinas que fluyen del evangelio será indispensable para tener firmeza en nuestra fe y en nuestra vida ya que nos ayudarán a tener criterios para distinguir aquellas enseñanzas y patrones de vida que nada tienen que ver con el evangelio que nos ha sido dado. Juan muestra a esos creyentes que todo lo que testifican y anuncian tocante al Verbo de vida, es decir, a Jesucristo quien vino en carne es para que tengan comunión con ellos y con el Padre y el Hijo (1ª Juan 1:1-3). Por tanto, la comunión, tanto entre hermanos como con Dios mismo presenta una vertiente doctrinal importante. El nexo de unión en su comunión era la aceptación y creencia innegociable de las verdades fundamentales del evangelio del Cristo encarnado. Debían conocer que aquello testificado sobre Cristo era esencial para su comunión. Al mismo tiempo debían saber que el mensaje que habían recibido y les había sido anunciado era que Dios es luz y no hay tinieblas en él (1ª Juan 1:5). Por lo general en la teología de Juan, las tinieblas siempre son algo contrario a Dios y su mismo ser. El Verbo encarnado es la luz que vino al mundo y en ese gran evento las tinieblas no prevalecieron contra la luz (Juan 1:4). Dios es luz y el mundo es aquel que está y anda en tinieblas. Dios es luz y los hombres amaron más las tinieblas (Juan 3:19). En toda la revelación bíblica Dios se asocia con la luz. Lo primero que Dios creó fue la luz (Génesis 1:3). La plenitud de la presencia de Dios se expresa con el resplandor de su gloria. Por tanto, “luz” y “tinieblas” en Juan, son dos principios contradictorios, es imposible estar en ambos al mismo tiempo y, por tanto, es imposible que uno diga que está en la luz mientras vive en las tinieblas. Esta es la incoherencia que Juan quería que se entendiese.
      Aquellos que negaban aspectos doctrinales básicos y fundamentales del evangelio estaban en esta contradicción. Si Dios es luz, si se dice que se tiene comunión con el Dios que es luz en sí mismo ¿cómo andar en tinieblas doctrinales que son una contradicción al propio ser de Dios? Quién tal haga y quien tal viva, por mucho que intente justificar su comunión con Dios, miente y no practica la verdad “mentimos y no practicamos la verdad”. Lo que creemos de Dios verdaderamente es importante. Una mala comprensión de Dios llevará, no solamente a la falta de comunión con el Dios que se revela en su palabra y de manera última y gloriosa en la persona de su Hijo encarnado, sino que llevará sí o sí a una vida que nada tiene que ver con el evangelio de Jesucristo. Muchos en nuestro tiempo creen en Dios pero no se dan cuenta que creen en “el dios” que ellos se han montado. Su comprensión de Dios nada tiene que ver con la revelación de Dios en la Biblia y en la encarnación de su Hijo, por ello su vida nada tiene que ver con la verdad. La comunión con Dios implica no solamente creer en el Dios que se revela en la palabra y en el que ha sido enviado, Jesucristo, sino que también implica practicar la verdad, es decir, vivir a la luz de la verdad del evangelio evitando el pecado. Como creyentes tenemos la palabra de Dios y la gloriosa revelación de Jesucristo y el evangelio y esto es nuestro criterio principal para nuestra fe y nuestra vida. Es una incoherencia decir que se tiene comunión con el Dios del evangelio y no vivir conforme a la verdad del evangelio. Es una incoherencia decir que tenemos comunión con Dios quien es luz y no vivir conforme a la revelación de la luz que vino a este mundo. Ahora bien, ¿hay algo más en cuanto a tener comunión con Dios? Lo cierto es que sí.
TEXTOS PARALELOS PARA MEDITAR
MARTES

1ª Juan 1:1-10

MIÉRCOLES

Juan 1:1-13; 3:19-21

JUEVES

Juan 13:31-35

VIERNES

1ª Corintios 1:9-17

SÁBADO

2ª Corintios 6:1-18
      Juan después de haber expuesto de manera negativa lo que no es la comunión con Dios, ahora lo expone de manera positiva “pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. De una manera positiva andar en la luz y, por tanto, tener comunión con Dios quien está en la luz, resulta en tener comunión unos con otros. Las palabras del apóstol son una sorpresa. Juan ha estado hablando de la comunión con Dios, por tanto, lo aparentemente normal sería decir que “si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión con él”. Ahora bien, Juan no dice esto, Juan dice “tenemos comunión unos con otros”.
      Esta es la primera consecuencia o resultado de andar en la luz y, por tanto, tener comunión con Dios. El resultado directo es que tenemos comunión “unos con otros”, es decir, tenemos comunión con nuestros hermanos.  Aquellos que tienen comunión con Dios en cuanto andan en la luz esto se expresa en que habrá comunión con sus hermanos que comparten el mismo conocimiento doctrinal de Dios basado en la revelación de su palabra y en el anuncio del evangelio. Habrá comunión con aquellos que creen lo mismo y comunión con aquellos que por gracia han sido llevados de las tinieblas a la luz admirable. Es sorprendente, una prueba o criterio de saber si tenemos comunión con Dios es si tenemos comunión unos con otros. ¿Cómo podremos decir que tenemos comunión con Dios si no somos capaces de tener comunión con los hermanos que tenemos a nuestro alrededor? ¿Cómo podremos decir que tenemos comunión con Dios mientras andamos en las tinieblas de no poder o no querer tener comunión unos con otros? ¿No es esto una incoherencia impresionante? ¿Hemos oído y recibido el mensaje de que Dios es luz? Entonces nuestra comunión con él será iluminada por nuestra comunión entre nosotros ya que esta última solo es posible gracias a la primera. Quizás alguno dirá “pero resulta difícil tener comunión con ciertos hermanos. Resulta difícil después de las ofensa que me han sido hechas”. Frente a esto quizás deberíamos mirarnos todos al espejo porque quizás la comunión con uno mismo resulte difícil. Ahora bien, aquellos que andan en la luz como Dios está en la luz y tienen comunión unos con otros también “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.


      Ciertamente cometemos pecados y algunos de ellos pueden ser en contra de nuestros hermanos pero, ¡qué grande es saber que Jesucristo limpia todos nuestros pecados! No hay pecado que no haya sido hecho blanco como la nieve por medio del sacrificio de Cristo. Todo pecado limpiado, purificado y perdonado. De no ser así no habría posibilidad para nosotros de tener comunión con Dios, algo todavía quedaría en nuestra contra. El perdón completo en Jesucristo nos abre las puertas a la comunión con Dios y de la misma manera nos abre las puertas a la comunión los unos con los otros a pesar de nuestros pecados y ofensas. Andar en la verdad del evangelio es andar en comunión con el Dios del evangelio y vivir en la comunión de la verdad del evangelio los unos con los otros sabiendo que, aun y nuestros pecados, Jesucristo nos limpia de todo ellos y por ello podemos y debemos vivir en comunión y perdón los unos con los otros.