LA SALVACIÓN
NO ES NINGÚN SALARIO
“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”
(Romanos 4:4-5)
      Los tiempos han cambiado, ahora bien, lo que no ha cambiado es el hecho de recibir el salario como compensación por el trabajo que hayamos podido realizar. Es legítimo y correcto esperar el salario a final de mes por todo el trabajo que se ha realizado durante ese periodo.


      El salario es la contrapartida que el trabajador recibe a cambio del trabajo realizado para un empleador. En cierta manera podría decirse que el salario es contado como una deuda. Aquel que ha estado obrando y trabajando durante todo el mes, el salario no se le cuenta como un favor que el empleador le puede hacer sino más bien como una deuda que le debe ser saldada por su empleador. El apóstol Pablo usa precisamente esta imagen para mostrar una gloriosa verdad. La salvación y de manera concreta la justificación, nunca es y nunca podrá ser un salario que Dios paga para cubrir una deuda por las obras que hayamos podido hacer. Pablo escribió “pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4-5). El apóstol Pablo muestra primero que la justificación nunca puede ser contada como un salario. Segundo, únicamente es por la fe que la justicia nos es contada.


      El corazón del ser humano es un corazón que desde la caída de Génesis 3 piensa en que sus obras son de gran valor. Muchas de las grandes obras del ser humano todavía permanecen en pie como testigos mudos de lo que el ser humano es capaz de hacer. Las obras morales del ser humano son tenidas como logros que merecen ser contados y valorados y ciertamente en ocasiones puede ser así. Hay obras que merecen ser de reconocimiento y que son de gran valor ¿No deberían ser valoradas y reconocidas las obras de aquellos que salvan vidas? ¿No deberían ser valoradas y tenidas en cuenta las obras de aquellos que intentan sacar a los niños de redes de traficantes? Sin duda alguna todas estas obras son de gran valor, ahora bien, el problema surge cuando el ser humano se cree que alguna de estas obras cuenta como salario para salvación. Es decir, puede cometerse el gran error con consecuencias eternas el pensar que alguna de estas obras, hacen que Dios tenga una deuda conmigo que debe saldar. La salvación que Dios otorga es una salvación que es dada por gracia y nunca por obras. La bienaventuranza de ser justificados, es decir, el ser declarados justos por parte de Dios y perdonados de nuestros pecados, es algo que Dios entrega de gracia. Su favor es aplicado como bálsamo inmerecido sobre aquellos que justifica y salva. La salvación no es una deuda que Dios tienen con el ser humano ¿por qué? “pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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La salvación no es ningún salario que Dios nos paga, es el gran don que nos es dado por su gracia en Cristo Jesús. Piensa en lo siguiente, la ofensa del pecado es una ofensa al Dios infinito, es una ofensa eterna ¿cuántas vidas necesitarías para poder saldar una ofensa así? No hay vida suficiente para ello. Pero, gracias debes dar  a Dios que él por gracia justifica y salva no al que obra sino al que cree en su Hijo Jesucristo.
MARTES

Leer: Salmo 32: 1-11

Meditar: ¿Cuál es la bienaventuranza que presenta el salmista? ¿Quién es aquel que tiene la potestad de perdonar el pecado? ¿Cuál es la actitud a la cual llama el salmista con relación a nuestro pecado? ¿Qué es aquello que será Dios para los santos que oran a él?

Orar: Pide perdón a Dios por tus pecados sabiendo que el pecado es primeramente una ofensa a Dio. Confiesa sabiendo que Dios es quien tiene la potestad de perdonar tus pecados y ser refugio para tu vida.


MIÉRCOLES

Leer: Mateo 18:23-35

Meditar: ¿Cuál es el tema principal de la parábola? ¿Qué diferencia había entre las dos deudas de los siervos? ¿Crees que el señor tenía obligación de perdonar la deuda del primer siervo? ¿Crees que el siervo hubiese podido pagar esa deuda con todo su trabajo? ¿Qué muestra la falta de perdón del siervo?

Orar: El perdón dado por el señor fue un perdón dado por gracia ya que el siervo ni trabajando toda su vida la hubiese pido pagar. Da gracias a Dios porque su perdón y salvación es por gracia. Pide que el perdón que has experimentado de Dios puedas extenderlo a otros.


JUEVES

Leer: Gálatas 2:15-16

Meditar: ¿Cuál es el conocimiento común que expone Pablo? ¿Qué entiendes por la justificación? ¿Cuá les la base de la justificación la fe o la obra de Cristo? ¿Cuál es el medio por el cual la justificación es dada, la fe o las obras?

Orar: Bendice a Dios porque la declaración de justos y el perdón de pecados nos es dado sobre la base de la obra de Cristo y por medio de creer en él. Pide a Dios que esta verdad del evangelio sea mantenida en tu vida y en tu iglesia. 


VIERNES

Leer: Romanos 4:1-9

Meditar: Si Abraham fuese justificado por las obras ¿de qué tendría que gloriarse? ¿y de qué no podrían gloriarse? ¿Qué crees que implica que la justificación no es contado como salario y deuda? ¿Cuál es la base bíblica que Pablo da para sustentar que al que cree su fe le es contada como justicia? ¿Por qué crees que Pablo utiliza la historia de Abraham y el Salmo 32 de David para mostrar que la justificación es por fe?

Orar: Da gracias a Dios porque la justificación a lo largo de la historia de la salvación siempre ha sido por fe y nunca por obras.


SÁBADO

Leer: Romanos 5:1

Meditar: ¿Cuál es la posición de aquellos a los que Pablo se dirige en el versículo? ¿Cuál es el resultado que se desliga de la justificación? ¿Qué entiendes por “paz para con Dios”? ¿Crees que es una paz subjetiva e interior? ¿O crees que es una paz objetiva, es decir, tu enemistad con Dios ha cambiado? ¿Por medio de quién esa paz es dada?

Orar: Bendice a Dios porque siendo justificados por medio de la fe en Cristo ya no estamos enemistados con Dios. Nuestra posición delante de él es perdonados y por tanto tenemos paz para con el Dios Altísimo.
      El término salario proviene del vocablo latín salarium que significa “por sal” o “pago de sal” y era precisamente en el tiempo del Impero Romano que a los soldados se les pagaba con sal. La sal, entre otras funciones, era algo de gran importancia ya que era el elemento por excelencia que permitía la conservación de alimentos, especialmente la carne la cual era conservada poniéndola en salazón. Por lo tanto, el pago con sal o salario tenía grandes implicaciones para los solados, un salario que lo recibían por los trabajos que habían realizado en nombre del Impero. Sin duda alguna en nuestro tiempo suena totalmente extraño el tema del pago con sal, ¿quién de nosotros querría que a final de mes, después de haber trabajado se nos pagase con sal?
      ¿Quién podría decir que el jefe le ha dado el salario por gracia después de haber estado trabajando todo el mes? nadie pensaría así. Después de haber trabajado todo el mes el salario no es el favor del jefe hacia uno sino mas bien es la deuda que el jefe debe pagar al obrero por haber hecho su trabajo. El salario es algo que el trabajador se merece, no en vano dice Pablo “digno es el obrero de su salario” (1ª Timoteo 5:18). No es la gracia del jefe hacia él sino que el salario le es contado al trabajador como deuda para ser saldada a final de mes. Cuánto más trabaja y obra uno más deuda adquiere y por tanto más salario se le debería pagar. Por ello, siendo nuestra justificación únicamente por gracia entonces no puede ser nunca por obras. Dios no es deudor de nada hacia nosotros. No hay ninguna obra que quede registrada en el registro celestial que nos sea contada como deuda y que Dios tenga que pagarnos. Todo lo contrario, toda obra simplemente demuestra lo lejos que estamos de poder recibir la salvación como salario. Ahora bien, quizás podría pensarse ¿si mis obras no son suficientes, entonces, qué lo es? Y esta es la maravilla del evangelio de gracia.


      Si la salvación es por gracia entonces implica que no es una deuda que Dios debe cubrir hacia ti, sino que es su puro favor inmerecido hacia ti. Si el ser perdonado de pecado y declarado justo por Dios es por gracia entonces quiere decir que no hay necesidad de que hagas obras para conseguir la aceptación de Dios “mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.  Glorioso contraste el del apóstol Pablo. Al que obra no se le cuenta el salario como gracia sino como una deuda que debe de ser saldada, “mas el que no obra sino que cree al que justifica al impío”. Aquí está el glorioso contraste. La salvación no es dada como un salario sino como el gran favor de Dios hacia aquel que cree. Ni el creer es una obra que cuente para algo, es la confianza no en lo que uno es capaz de hacer y cuanto es capaz de creer sino en lo que Dios hace en la persona de su Hijo Jesucristo. El punto es creer no en las obras de uno sino en la obra de Cristo. Creer en que Dios justifica al impío. Creer que por la obra de Jesucristo en la cruz brotan fuentes de justicia eterna que cubren al impío con la perfecta justicia de Cristo. Creer que Dios en su Hijo es capaz de hacer algo impensable, declarar justo y perdonado a aquellos que cometimos un crimen de muerte delante de él por nuestro pecado. No es creer en lo yo puedo hacer sino en lo que Cristo hizo y Dios hace en él.
      Podemos pasar nuestra vida como el Cristiano del Progreso del Peregrino de John Bunyan, cargados por nuestros pecados y culpas intentando liberarnos de esa carga. Liberarnos de esas culpas que quizás únicamente nosotros conocemos y fracasando una y otra vez hasta que llegamos a la cruz y ahí la contemplamos. La contemplamos como aquel centurión contempló la cruz y exclamó “verdaderamente este es Hijo de Dios”. La contemplamos preguntándonos “¿cómo es posible que aquí encuentre salvación sin nada que yo pueda hacer? ¿Cómo es posible que aquí encuentre aceptación y reconciliación con Dios sin merecerlo por algo que haya hecho?” Y es frente a esa cruz que las palabras de Pablo resplandecen “mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”. Es entonces como en el Progreso del Peregrino nuestra carta cae, nuestra culpa es sacada y la justicia de Cristo nos es acreditada por medio de la fe. Es entonces cuando es no por una deuda que Dios debía pagarnos sino por su gracia que se cumplen en nosotros las palabras del Salmista “bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Salmo 32:1-2).