HE OÍDO EL GEMIDO
“Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel,
a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto”
(Éxodo 6:5)
      Posiblemente una de las obras más famosas del pintor noruego Edvard Munch es la que lleva por nombre “El Grito”. El cuadro es una de las obras más representativas del Expresionismo y presenta a una figura en primer plano con un grito de angustia y desesperación. Parece ser que Munch quiso representar el grito y gemido de desesperación del hombre moderno. Es posible que el autor quisiese reflejar el grito y gemir desesperados del “homus modernus”, pero lo cierto es que, el grito y gemir por la desesperación y angustia trasciende el tiempo.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Los oídos de Dios estuvieron atentos al gemir de tu alma cuando estaba muerta en pecado y siguen estando atentos a tu gemir en tu vida hasta que pises la herencia que Dios tiene guardada en los cielos. Señor, gracias por tener tus oídos atentos al gemir de tu pueblo. Gracias por ser un Dios de amor y fidelidad eternas en tu relación de pacto para con tu pueblo. Gracias Señor porque sé, que cuando me acuesto y me levanto tu misericordia es nueva cada mañana y tus oídos siguen estando atentos por el amor que has derramado en mi corazón en Cristo Jesús. Amén.  
MARTES

Leer: Éxodo 6:1-8

Meditar: ¿Cuántas veces aparece el nombre de “Yo soy JEHOVÁ”? ¿Puedes identificar las partes en las que se dividen estos versículos? ¿Qué se identifica con Dios en los vv.1-5? ¿Qué acciones se asocian con Dios en los vv.6-7? ¿Qué acciones se asocian con Dios en el v.8? ¿Cómo se explica la salvación en estos versículos?

Orar: Bendice a Dios porque el permanece fiel a su pacto y cumple sus promesas. Bendice a Dios por la obra de salvación que él prometió y cumplió.


MIÉRCOLES

Leer: Jueces 2:16-18

Meditar: ¿Qué es lo que hacía Jehová de manera repetida? ¿Qué crees que significaban los jueces a la luz de Jueces 2:1-3? ¿Qué hacía Israel con los jueces? ¿Cuál era la acción de Jehová con el juez? ¿Cuál era la causa principal por la que Jehová estaba con el juez y liberaba a Israel? ¿Cómo relaciones lo visto aquí con el éxodo y con la obra de salvación?

Orar: Bendice a Dios porque el último Juez que él levantó para salvar fue Cristo Jesús. Bendice a Dios porque fue movido a misericordia por nuestro gemidos y nos levantó al Juez y Salvador para salvarnos del pecado que nos oprimía.


JUEVES

Leer: Salmo 5:1-12

Meditar: ¿En cuanta partes se puede dividir el salmo? ¿Cuál es la petición del salmista? ¿Qué te hacen pensar los términos “gemir”, “clamor” de la situación del salmista? ¿Cómo es descrito Dios en los vv.4-6? ¿En qué se basa la confianza del salmista de que entrará en la casa de Dios? ¿Cuál es la petición del salmista en el v.8? ¿Qué relación crees que tiene el entrar en la casa de Dios y el ser guiado a su justicia?

Orar: Nuestro Dios escucha el gemir de nuestra vida así que clama a él en las situaciones difíciles sabiendo que es por su misericordia que somos escuchados. Bendice a Dios porque su misericordia es la que nos guía a su casa. Pide a Dios que tu vida sea una vida de justicia y camino recto delante de Dios.


VIERNES

Leer: Romanos 8:18-23

Meditar: ¿Cómo es la situación presente que describe Pablo? ¿Cómo es la situación futura que describe Pablo para todo creyente? ¿Qué es aquello que gime en los versículos? ¿Cuál es la descripción de la creación gimiendo? ¿Por qué crees que gime la creación? ¿Por qué gime el creyente? ¿Qué tiene el creyente como primicia? ¿Cuál será el fin del gemir de todo creyente?

Orar: Pide a Dios que te ayude a afrontar las aflicciones del presente mirando a la gloria futura que nos está guardada. Da gracias a Dios por las primicias del Espíritu porque son la garantía de que al fin nuestro gemir será transformado en la consumación de nuestra salvación, la resurrección final.


SÁBADO

Leer: 2ª Corintios 5:1-9

Meditar: ¿Por qué gime el creyente según estos versículos? ¿Cuál crees que es el tema del apóstol en estos versículos? ¿Qué es aquello que será absorbida según el v.4? ¿Cuál es la garantía de esa realidad para la que nos hizo Dios? ¿En qué vivimos confiados? ¿Cómo debemos vivir mientras estamos ausentes del Señor y presentes en este cuerpo?

Orar: Da gracias a Dios por la gran esperanza que tenemos que algún día seremos revestidos de lo inmortal y glorioso. Pide a Dios que mientras ese día no llega puedas vivir confiado en medio de la angustia de este mundo, siéndole agradable a Dios sabiendo que él nos ha dado las arras del Espíritu para vida eterna.
      Sin saber si fue o no la intención del autor, “El Grito” podría ser perfectamente el reflejo del gemir más profundo que existe en toda alma humana, un gemir que no pasó sin ser escuchado en la gran historia redentora. En la historia de la salvación Dios escuchó y sigue escuchando el gemir y el grito de sus hijos. En Éxodo 6:5 Dios escuchó el gemir de los hijos de Israel “asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto”. El gran YO SOY mostraría su presencia de una manera muy particular y concreta en la historia de su pueblo.
      Jehová sería aquel que se haría presente para redimir a su pueblo. Nunca antes en la historia de la salvación Dios se había revelado como aquel cuya presencia sería una presencia redentora y salvadora para los suyos. Era necesario que la providencia de Dios controlase y gobernase la historia para llegar a ese momento justo, al cumplimiento de esas circunstancias anunciadas para que Dios se revelase como el que se hace presente para redimir. Éxodo 6:5 es parte de la exposición del nombre de Dios dentro del gran contexto del éxodo, del gran contexto de la redención obrada por Dios bajo el antiguo pacto. ¿Por qué Dios se presentó para redimir a su pueblo? ¿Qué fue aquello que movió a Dios para extender su brazo fuerte a favor de su pueblo? ¿Cuáles pueden ser algunas de las razones que mueven a Dios en la redención de los suyos? Sin duda alguna, muchas respuestas podrían darse a estas preguntas, pero Éxodo 6:5 nos muestra tres en concreto: Primero, Dios escuchó el gemir de su pueblo. Segundo, Dios vio la esclavitud de su pueblo y tercero, Dios recordó su pacto.


      Dios habla nuevamente a Moisés y le anuncia la gran obra de redención que con brazo fuerte obrará contra Faraón y a favor de su pueblo. Una vez Dios obre, Faraón dejará ir a Israel y los echará de su tierra (Éxodo 6:1). Dicha salvación está directamente ligada con el nombre de Dios, “Yo soy Jehová” (Éxodo 6:2-3, 6, 8). Dios se presentará en la primera potencia mundial de aquel tiempo, como el Dios que está por encima de todos los dioses de Egipto y de Faraón mismo. Dios se presenta para salvar y una de las razones por las cuales eso es así es porque Dios escuchó el gemido de su pueblo, “asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel”. Puede notarse que el gemido de los hijos de Israel es un motivo más para la redención que obrará Dios. Dios dice “asimismo”, es decir, hay otro motivo que movió el brazo redentor de Dios, pero “asimismo” o “de la misma manera”, también está como motivo de salvación el gemido de los hijos de Israel. El gemir de Israel en Egipto era un gemir de dolor por la situación en la que se encontraban. Era un gemir producido por las cadenas de la esclavitud de Egipto que oprimían más y más sus vidas. Un gemir que lo que mostraba era dolor, tristeza y la incapacidad de poder hacer nada por ellos mismos. Pero en último término era un gemir que clamaba por salvación y proclamaba el aparente abandono de su Dios, ¿dónde estaba Dios en aquella situación? ¿Dónde estaba la salvación de Dios? Dios parecía haber abandonado a su pueblo, parecía haber abandonado a sus hijos. Ciertamente Dios parecía un Dios impasible que no era movido por el gemir y sufrimiento de sus hijos. Ahora bien, Dios escuchó, Dios oyó el gemido de los hijos de Israel.
      El gemir y sufrimiento de su pueblo no fue algo ajeno a Dios, él mismo declara “asimismo yo he oído el gemir de los hijos de Israel”. Ciertamente, Dios podía tener motivos mayores y más altos para redimir a su pueblo, pero estos no estaban en oposición con escuchar el gemir de los suyos. Nuestro Dios es inmutable, no cambia en su ser y en sus propósitos, pero la inmutabilidad no implica impasibilidad hacia aquellos que él ama. La Biblia describe a Dios con una amplia gama de emociones que muestran que Dios no es impasible, no es ajeno al dolor y sufrimiento. La voz del débil muchas veces ahogada por los gritos de un mundo injusto llega con un volumen atronador a los oídos de Dios.
      La ley de Dios recoge que el débil y necesitado sea escuchado, tenido en cuenta y atendido y sin lugar a dudas esto hizo Dios cuando escuchó el gemir de los hijos de Israel por salvación. Ninguno de los gemidos de los hijos de Dios por salvación cae en vacío. Podemos pensar en ocasiones que Dios no escucha nuestro gemir en las aflicciones de nuestra vida. Puede darnos la sensación que Dios es impasible a nuestro sufrimiento y que su brazo redentor ya no obra sobre nosotros en ciertas circunstancias, pero ciertamente no es así. El apóstol Pablo muestra que en aquella situaciones de aflicción en las que no sabemos qué pedir, es el Espíritu mismo quien intercede con gemidos indecibles (Romanos 8:26). Dios es quien nos consuela en medio de nuestras tribulaciones (2ª Corintios 1:3-4). Sin duda alguna Dios oye nuestro gemir y la mayor prueba de ello la tenemos en que Dios escuchó el mayor gemir que nuestra vida podía emitir, el gemir por la salvación de nuestro pecado.


      Dios oyó el gemir de los hijos de Israel “a quienes hacen servir los egipcios”. El gemido de Israel surgía del servicio que ofrecían a Faraón. El gemir surgía de su esclavitud y la necesidad de salvación. Ciertamente gemían por circunstancias de la vida, pero todo ello se englobaba en el gemir que clamaba por ser liberados y redimidos de la esclavitud. Si había algo que Israel necesitaba era redención de la esclavitud y Dios oyó. Asimismo, como oyó el gemir de Israel en el primer éxodo, Dios oyó nuestro gemir en el nuevo éxodo en Cristo Jesús. El gran YO SOY se hizo presente para salvar en Jesucristo. No puede olvidarse que el primer éxodo de la esclavitud de Egipto no es más que el anuncio de una éxodo mucho mayor, de una esclavitud mucho mayor y más terrible, pero al mismo tiempo es el anticipo de una salvación mucho más gloriosa. El gemir que escuchó Dios fue el gemir de nuestra situación a causa de la esclavitud del pecado. Un gemir que, aunque nosotros no pudiésemos darnos cuenta, clamaba delante de Dios por salvación, por ser liberados de la esclavitud de un señor tan tirano como es el pecado que corroía y destruía nuestra vida. La muestra mayor de ello es que Dios volvió a mover su brazo fuerte para salvarnos, pero esta vez lo hizo enviando a su Hijo por un mundo corrupto y esclavo del pecado al cual él amó.
      Si te preguntabas ¿verdaderamente Dios oyó el gemir? La encarnación del eterno Hijo de Dios, su muerte en la cruz y su gloriosa resurrección es la mayor evidencia de que Dios sí oyó el gemir de su pueblo a quienes hace servir el pecado. Contemplar el evangelio es contemplar el cumplimiento en nuestra vida de las palabras “yo he oído el gemir de mi pueblo en Cristo Jesús”. Piensa lo siguiente, si Dios fue capaz de escuchar el mayor gemir que puedo haber en tu vida, el gemir por la esclavitud de tu pecado ¿no crees que también escuchará el gemir por el sufrimiento y dolor de una vida que todavía tiene que vivir en un mundo hundido en pecado?
      La respuesta es claramente sí. Suele pensarse en el éxodo únicamente como la salida de Egipto pero fue mucho más que eso. El éxodo implicó la salida de Egipto y todo el trayecto hasta la tierra prometida. Dios no oyó únicamente el gemir de su pueblo en Egipto, sino que también lo escuchó en el desierto. Escuchó sus gemidos en el desierto, escuchó sus murmuraciones, escuchó sus desalientos, escuchó y estuvo presente con ellos hasta llevar a la nueva generación a la tierra prometida. El Dios del primer éxodo es el mismo Dios del nuevo éxodo en Cristo. El Dios que escuchó el mayor gemir de nuestra vida y nos liberó de la esclavitud del pecado, sigue siendo el mismo Dios del éxodo que en Cristo sigue escuchando nuestro gemir, incluso cuando no sabemos qué pedir en momentos de aflicción. Sigue escuchando el gemir de una creación caída en pecado que espera la liberación última de aquellos que hemos sido salvos por la gracia de Dios y para que en ello haya certeza, Dios recordó su pacto.


      La escucha de Dios en Éxodo 6:5 se encaja dentro de una relación, la relación de pacto, “también establecí mi pacto con ellos…” (v.4), “y me he acordado de mi pacto” (v.5). La redención del éxodo no fue un obrar de Dios casual e improvisado. Nada está improvisado en la salvación de Dios, más bien todo está decretado y así como Dios decretó también cumplió. La relación de pacto que Dios obró con los padres conllevaba una gran descendencia y la entrega de una tierra prometida y Dios, con su amor leal y su fidelidad garantizó el cumplimiento de ello sellando ese amor leal y fidelidad en relación de pacto. El escuchar de Dios no fue un acto improvisado sino la expresión de su amor y fidelidad de pacto hacia los suyos y sin duda alguna así lo fue para con nosotros en el nuevo pacto en Cristo Jesús. El escuchar nuestro gemir y el salvarnos de nuestro pecado fue la expresión de su amor y fidelidad eternos en Cristo Jesús en el nuevo pacto. Dios se acordó de su pacto y en él nos sostiene de tal manera que no habrá tribulación, angustia, espada, u otra cosa que pueda separarnos del amor de Dios que es en nuestro Señor Jesucristo.