¿A QUÉ PUES
ME HARÉIS SEMEJANTE?
“Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar”
(Isaías 40:22)
      Si hay algo que aparece como una verdad fundamental y esencial de la Biblia, es la verdad de que Dios es único. Dios es único en número y Dios es único en su esencia. Podríamos buscar en los rincones más alejados del universo y no encontraríamos nada comparable a Dios. Podríamos buscar en las profundidades más profundas de la tierra y los océanos y no encontraríamos nada comparable a Dios. Podríamos buscar entre lo visible e invisible y nada ni nadie aparecería comparable a Dios porque no hay nada con lo que se le pueda comparar o hacerle semejante. Las palabras de Isaías 40:22 responden precisamente a la realidad y verdad que Dios es incomparable “él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar”.  El texto de Isaías 40:22 cuando es considerado dentro de su contexto inmediato nos muestra tres cosas con relación a nuestro Dios. Primero, Dios es incomparable y por tanto, único. Segundo, Dios es incomparable por su soberanía. Tercero, Dios es incomparable en la salvación de su pueblo.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
Señor incomparable y absoluto en majestad.
No permitas que mi vida pierda de vista lo incomparable
que eres tú. Por tu gracia ayúdame a vivir consciente de tu incomparable soberanía en cada acontecimiento
de este mundo y en cada hecho de mi vida.
Señor, ayúdame a descansar en el consuelo de tu salvación en mi Señor Jesucristo, ayúdame a saber que nadie hay como tú y que tu soberanía la ejerces para el bien de aquellos que te aman sabiendo que el fin último será la consumación
de mi salvación en Cristo Jesús.
Amén.
MARTES

Leer: Isaías 40:18-31

Meditar: ¿Cuáles son las dos preguntas que se repiten en los vv.18 y 26? ¿Cuál es la respuesta básica a las preguntas de los vv.18-20? ¿Cómo se define Dios en los vv.22-24? ¿Qué supone para Israel en los vv.27-31 que Dios sea incomparable?

Orar: Alaba a Dios por ser incomparable y por tanto el único Dios vivo y verdadero. Pide a Dios que su absoluta soberanía te haga entender que ningún camino de tu vida está escondido a él y tampoco fuera de su control.


MIÉRCOLES

Leer: Isaías 40:13-14; Romanos 11:33-36

Meditar: ¿Qué expresa Pablo en el v.33? ¿Qué crees que muestran las preguntas de los vv.34-35? ¿Cómo crees que Isaías 40:13-14 se relaciona con los vv.34-35? ¿Cuál debe de ser nuestra actitud frente a la obra de salvación de Dios obrada en el evangelio?

Orar: Bendice y glorifica a Dios por su obra de salvación en el evangelio de Cristo. Adórale porque únicamente Dios pudo decretar y obrar una salvación tan incomparable como la del evangelio de gracia y fe en Jesucristo.


JUEVES

Leer: 1ª Timoteo 1:15-17

Meditar: ¿Cuál es la palabra fiel descrita por Pablo? ¿Por qué Pablo fue recibido a misericordia? ¿Cuál es el resultado de que Pablo fuese recibido a misericordia? ¿Cómo se describe a Dios en el v.17? ¿Cómo crees que se relaciona la descripción de Dios con el evangelio descrito por Pablo?

Orar: Bendice a Dios por ser el único y sabio Dios. Bendice porque al ser el único y sabio Dios es el único que ha podido decretar y llevar a cabo la salvación que te fue dada por gracia en el evangelio de Jesucristo.


VIERNES

Leer: Judas 24-25

Meditar: ¿Para que es poderoso Dios según Judas? ¿Qué dos acciones describe Judas que hará el poder de Dios en el v.24? ¿Cómo es descrito Dios en el v.25? ¿Cómo crees que se relaciona la descripción de Dios con la acción de guardar y presentar del v.24?

Orar: Da gloria a Dios por ser el único y sabio Dios capaz de guardarte hasta el fin y presentarte con alegría delante de él.


SÁBADO

Leer: Apocalipsis 1:9-11

Meditar: ¿En qué se identifica Juan con aquellos oyentes a los que escribe? ¿Qué es aquello que escuchó Juan? ¿Cómo se describe a Jesucristo en el v.11? ¿Qué crees que implica la idea de “Yo soy el alfa y el omega, el primero y el último”? ¿Cómo crees que se relaciona la definición de Cristo con la importancia del mensaje escrito a las siete iglesias?

Orar: Cristo es el primer y el último y todo lo que hay entre medio, por tanto, tiene conocimiento soberano de todo evento. Pide a Dios que él te haga consciente que no hay nada que escape al ser y conocimiento de Dios. Vive bajo la realidad que Cristo es eterno, omnisciente y soberano en tu vida.
      Las palabras de Dios a través del profeta Isaías no son dichas en un vacío sino que son dadas al pueblo de Israel dentro de un contexto de salvación. Isaías 40-66 introduce el llamado de consolación al pueblo de Dios. Israel no sería dejado en el exilio sino que sería salvado por la mano poderosa de Dios. El consuelo de Israel no se encontraría en su fuerza, en su capacidad, en sus recursos sino en la realidad de quien era su Dios y la gran y maravillosa obra de salvación que obraría nuevamente a favor de ellos trayéndoles del exilio. Ciertamente el pueblo era como la hierba seca que se marchita (Isaías 40:7) pero no así Dios. El anuncio para el pueblo era que Dios vendría con poder para salvar (v.10), Dios vendría como pastor para apacentar a su pueblo (v.11), Dios tendría en su mano las naciones como gota de agua (v.15) para salvar así a su pueblo amado. Ahora bien, ¿verdaderamente Dios podría hacer algo así? ¿Podría Dios tomar a las naciones como gotas de agua en sus manos y apacentar a su pueblo? Israel podía tener dudas al mensaje lanzado por el profeta. Las circunstancias del exilio parecían increíbles pero más lo parecía que Dios pudiese obrar una salvación tan grande. En ocasiones podemos encontrarnos en medio de circunstancias que, por el motivo que sean pueden parecer montañas insuperables. Situaciones que pueden llegar a parecer incomparables en sus dimensiones, en su grandeza, en sus efectos y ser mayores que cualquier otra cosas. Ser liberados de esas situaciones implicaría sin duda alguna a alguien mayor y más poderoso que ellas. Una salvación tan grande como la anunciada por Dios a Israel implicaría que Dios debería ser incomparablemente mayor que esas circunstancias.  Y es aquí cuando Dios lanza una pregunta en los vv.18 y 26 que encierra toda la sección de Isaías 40:18-26 “¿a qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?”


      La pregunta de Dios a su pueblo sin duda alguna es una pregunta retórica. La respuesta a estas preguntas claramente era una respuesta negativa. No hay nada con lo que pueda compararse a Dios. No hay nada que puede ser semejante a Dios ni tampoco imagen que pueda representar a Dios. Dios usa los términos “semejante” e “imagen” para desafiar a su pueblo a que encuentre algo parecido a su Dios. Pero lo cierto es que era tarea imposible. Dios ya les había mandado que no se harían ninguna imagen ni semejanza de lo que pueda estar en esta tierra o fuera de ella para representar a su Dios (Éxodo 20:4).
      ¿Por qué Dios mandaría algo así? Seguramente los motivos son varios pero el ser imagen y semejanza de Dios era algo que Dios implantó por creación en el ser humano (Génesis 1:26). Una imagen y semejanza perdida por el pecado pero restaurada por redención en su pueblo. Pero hacer semejante a Dios con algo o componerle imagen implicaría automáticamente comparar a Dios con algo y Dios es incomparable. Dios va más allá de cualquier comparación posible.
      Cierto es que Dios se compara con ídolos de piedra y madera que ni ven ni oyen (vv.19-20) pero la intención de dicha comparación está encaminada a una sola cosa, entender que Dios no tiene rival. Entender que las excelencias de Dios no tienen comparación posible. Entender que Dios en sí mismo es incomparable y por tanto es el único Dios vivo y verdadero en quien poder confiar. La pregunta de Dios a Israel “¿a qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?” era para mostrar a Israel que Dios es incomparable y por ello era el único capaz de obrar su salvación, el único capaz de llevar a cabo un acto incomparable digno de su ser. Nuestro mundo es un mundo de comparaciones. La ley de la libre oferta permite comparar y si hay un producto que nos parece mejor que otro y cumple mejor nuestras expectativas entonces nos decantamos por él. Pero es imposible hacer esto con Dios, no existe una ley de la libre oferta. Debemos saber que el Dios que se revela en la Escritura es incomparable y por ello es el único en quien verdaderamente puedes confiar para que sea tu consolación, tu salvación en medio de la tribulación. Es el único que por ser incomparable puede obrar una obra incomparable en la vida de los suyos. Pero ¿en qué sentido Dios es incomparable?


      Responder esta pregunta es cómo intentar contener el océano en la palma de la mano pero, Dios es incomparable en que es soberano por encima de todas las cosas “él está sentado sorbe el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar”. La soberanía absoluta implica que sea incomparable en grado absoluto. Un soberano que es absoluto es un soberano que no tiene rival ni nadie que se le pueda comparar. Isaías muestra imágenes claras de la soberanía de Dios “él está sentado sobre el círculo de la tierra”. Es la imagen del Santo, Santo, Santo sentado sobre su trono celestial y la totalidad de la tierra queda bajo su dominio y soberanía. Dios no está sentado en una esquina de la tierra desde donde únicamente puede contemplar un extremo y el otro extremo se escapa a su visión y control. Como el alpinista que asciende a la cima del Everest, la cumbre más alta del mundo y tiene todo el círculo de la tierra bajo sus pies mucho mayor es la posición de Dios. Él no está en la cumbre más alta sino por encima de la misma, “está sentado sobre el círculo de la tierra cuyos moradores son como langostas”. Dios está sobre todo y la humanidad entera es comparada como simples langostas cuyas vidas no se extienden más allá de su propia existencia. Cuyas vidas están limitadas y encerradas al círculo mismo de la tierra. Cuyas vidas se mueven, como las langostas, en comer y vivir. Al final de todo, las langostas no son las que determinan como funcionan las cosas ni tienen poder para nada, es Dios quien está sentado sobre el círculo de la tierra el que “extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar”.


      Dios es incomparablemente soberano y dicha realidad implica un control, dominio y gobierno absoluto de todos los asuntos. Incluso nuestra vida por muy soberana que pueda parecernos, está sujeta a la incomparable soberanía de Dios. Por tanto, no hay nada en nuestra vida y en este mundo que suceda sin el permiso de Dios y bajo el control del Altísimo. Las situaciones pueden parecer y ser terribles pero no llegarán más allá de lo que Dios quiere que lleguen. No dañarán en extensión más allá de lo que Dios tenga asignado y no ejercerán una acción y propósito que Dios no haya previamente determinado. Dios es incomparable en su soberanía y esto supone la seguridad y castillo fuerte para la salvación de su pueblo porque Dios es incomparable en la salvación de los suyos.
      ¿Cómo la realidad de que Dios es incomparable funciona para la salvación de su pueblo? Volvamos al contexto mayor de Isaías 40-66. Las palabras de la soberanía incomparable de Dios son dichas en el contexto del anuncio del consuelo del pueblo. “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (Isaías 40:1) ¿por qué? Porque el tiempo de salvación ha llegado, el exilio llegará a su fin y no irá más allá de lo asignado por el soberano Dios. ¿Qué confianza podía tener Israel de ello? Dios es incomparable y un acto tan asombroso e incomparable como su salvación únicamente podía venir de su Dios que no tenía comparación. Podían tener la confianza que Dios es incomparable en su soberanía y por tanto, ninguna nación, ningún evento, ninguna circunstancia quedaría fuera del control de Dios. Así como él es quien despliega los cielos como una cortina, él sería el que desplegaría la historia para la salvación de su pueblo. La confianza de la incomparable salvación de Dios se basaba en el incomparable Dios que la llevaría a cabo. Y ciertamente así sucede en nuestras vidas cuando contemplamos esa salvación anunciada en Isaías cumplida en la salvación incomparable que Dios nos ha dado en Jesucristo.


      En Jesucristo Dios obró el mayor acto incomparable que jamás se hubiese podido concebir. ¿Quién aconsejó a Dios para ello? ¿Quién enseñó a Dios para un acto así? Nadie lo hizo sino que fue el acto incomparable de nuestro Dios incomparable y soberano. Es en el acto incomparable de salvación en Cristo que encontramos consuelo, que el clamor dicho por Dios en Isaías “consolaos, consolaos pueblo mío”, nos es cumplido. Si nuestro incomparable y soberano Dios llevó a cabo algo tan impensable como la salvación de pecadores rebeldes a él, entonces, podemos tener la certeza y confianza en cualquier otra situación de nuestra vida. No hay dios como nuestro Dios y su soberanía se extiende hasta lo último de la tierra y de nuestra vida. Su incomparable soberanía obró el mayor consuelo en nuestra salvación y de la misma manera nuestro Dios que de manera incomparable nos salvó es quien también de manera incomparable y soberana da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas del que no tiene. Aquel que su soberanía alimenta a los pájaros, viste a los lirios del campo y sustenta a los que él ama. Es en este Dios y ningún otro que debemos descansar y confiar.