LA SEMANA DE ENEMISTAD
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar”
(Génesis 3:15)

      Pocos pensarían en la Semana Santa como una semana de enemistad. Algunos piensan en la Semana Santa como una semana de procesiones, pasos y comparsas. Otros piensan en ella como en un tiempo de vacaciones. Otros piensan en la Semana Santa como una semana donde recordar los dos eventos históricos más grande que jamás se hayan producido en la historia de la humanidad. Ahora bien ¿cuántos pensaríamos en la Semana Santa como una semana de enemistad? Pocos lo haríamos pero lo cierto es que fue la semana de la mayor enemistad que haya existido sobre la faz de la tierra.  Fue la semana de la mayor enemistad que consiguió la mayor reconciliación jamás obrada en este mundo. Ahora bien, esto parece algo antagónico y paradójico. Por lo general la enemistad suele ser esa relación de aversión, odio u oposición entre dos partes. Nadie pensaría en la enemistad como el camino para la reconciliación. Sin duda alguna, la enemistad requiere reconciliación pero ¿Quién en su sano juicio determinaría el establecimiento consciente y deliberado de la enemistad como la manera para conseguir reconciliación, restauración y asegurar la paz entre dos partes? Si uno piensa en cómo la reconciliación es llevada a cabo en nuestro mundo, por lo general negociaciones, acuerdos y tratados de paz son establecidos. Posiblemente la enemistad sería el último camino pensado para poder establecer la reconciliación.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Kennedy pronunció la famosa frase:
“No te preguntes qué puede hacer tu país por ti,
pregúntate que puedes hacer tú por tu país”.
El evangelio es totalmente distinto a esta sabiduría humana. Génesis 3:15 muestra el camino que Dios estableció para restáurarlo todo, por tanto, no es preguntarte que puedes hacer tú sino qué es aquello que Dios hizo por medio de
Cristo en el evangelio.
MARTES

Leer: Génesis 3:7-24

Meditar: ¿Qué consecuencias trajo el pecado según los versículos? ¿A quién son dichas las palabras de juicio? ¿Dónde ves la gracia de Dios mostrada en Génesis 3:15? ¿Crees que Adán y Eva entendieron algo de la esperanza mostrada en Génesis 3:15?

Orar: Bendice a Dios porque la caída del ser humano supuso poder contemplar en medio de ella el anuncio del evangelio mismo.


MIÉRCOLES

Leer: Isaías 45:18-22

Meditar: ¿De qué dos maneras aparece descrito Dios en estos versículos? ¿Qué es lo que hace que Dios sea Creador y Redentor? ¿Puede decirse que únicamente hay un Dios verdadero? ¿Por qué?

Orar: El hecho que Dios sea Creador y Redentor hace que Dios sea el único Dios vivo y verdadero que hay. Alaba a Dios por ser el único Salvador a quien mirar para salvación.


JUEVES

Leer: Romanos 5:8-15

Meditar: ¿Cómo se muestra el amor de Dios? ¿Qué es lo que comporta la justificación en estos versículos? ¿Qué cambio ha habido en nuestra posición delante de Dios? ¿Por medio de quien es la reconciliación? ¿Cómo utiliza Pablo la historia de la salvación en os vv.12-15?

Orar: Bendice a Dios porque por medio de Jesucristo tenemos reconciliación y hemos pasado de enemigos a reconciliados con Dios. Alaba a Dios por el progreso de la historia de la salvación.


VIERNES

Leer: 2ª Corintios 4:1-6

Meditar: ¿Qué ministerio crees que habla Pablo? ¿Por qué el evangelio está escondido para algunos? ¿Qué hace la diferencia entre que aquellos que el evangelio resplandece y aquellos que no? ¿Ves alguna referencia a Génesis 1? ¿Qué relación ves entre el poder desplegado en la creación y el evangelio?

Orar: Bendice a Dios porque él fue quien hizo brillar el evangelio de salvación en tu vida para que pudieses contemplar su gloria en la faz de Cristo.


SÁBADO

Leer: 2ª Corintios 5:17-21

Meditar: ¿Qué situación tienen aquellos que están en Cristo? ¿De dónde proviene lo descrito por Pablo? ¿Qué ministerio describe Pablo en el v.18? ¿Qué hizo Dios por medio de Cristo? ¿Cómo reconcilió Dios al mundo consigo mismo? ¿Cuál es el clamor de Dios en estos versículos?

Orar: Da gracias a Dios por su obra de reconciliación en Cristo. Ora que el llamado de Dios de reconciliación por medio de su evangelio sea escuchado por sus escogidos para salvación y vida eterna.
      Ahora bien, Dios determinó que la reconciliación del ser humano que se había enemistado con su Creador por su pecado consciente y deliberado y la reconciliación de toda la creación que había sido hundida por la desobediencia del ser humano, vendría dada por medio de la enemistad entre dos simientes “y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15). Y es precisamente el cumplimiento de esa enemistad que recordamos en una Semana de Enemistad. Una serie de cosas son vistas en Génesis 3:15 que ha sido llamado el protoevangelio, es decir, el primer anuncio del evangelio de Jesucristo.
      Primero, la enemistad es la gracia de Dios establecida en medio del juicio y caos de la mayor crisis que la humanidad jamás haya sufrido. Las palabras determinadas por Dios son palabras dichas después de la caída del ser humano. Dios había mandado a Adán que no comiese del árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal porque el día que comise no solamente moriría sino que se constituiría deliberadamente enemigo de Dios (Génesis 2:16-17). Ahora bien, el ser humano siendo tentado, decidió romper la hermosa relación de pacto con su Creador. El ser humano derivó su fidelidad de su Creador a sí mismo. Desde entonces, el ser humano se ha convertido en su propio dios, en su propio ídolo. Mucho de nuestra sociedad hoy en día se declara agnóstica o atea. Nuestra sociedad se jacta de ser una sociedad avanzada que considera la creencia en un ser divino como algo de tradición o una reminiscencia del pasado más propia de sociedades poco avanzadas, pero la realidad es otra. No nos damos cuenta que seguimos teniendo ídolos y dioses y el mayor de todos somos nosotros mismos. La caída del ser humano fue la des-deificación de Dios y la deificación del ser humano. Por ello la caída fue, como algunos la han llamado, una tragedia cósmica, todo quedó afectado y hundido por el pecado. Si alguna vez has pensado que las cosas no deberían ser así, de hecho estás en lo cierto. Dios no creó todas las cosas para que fuesen vividas en medio del caos, el dolor y la tristeza, sino en medio de su orden y su descanso. Ahora bien, en medio de esa enemistad y rebeldía florece la gracia de Dios en la enemistad que Dios mismo estableció entre dos simientes.


      Las palabras dichas por Dios “y pondré enemistad entre ti y la mujer” son palabras de juicio a la serpiente. Son palabras dichas en medio del juicio a la serpiente, a la mujer y al hombre ¿cómo entonces siendo palabras de juicio pueden ser palabras de gracia al mismo tiempo? Son palabras de juicio ciertamente y la razón de ello es porque Dios es Justo y su justicia no puede negarla.
      Si nosotros exigimos a nuestros jueces que no nieguen su justicia cuando hay un crimen  ¿por qué quitarle esta prerrogativa al único que la puede ejercer de manera perfecta? Dios trajo juicio por el pecado del ser humano pero las palabras “y pondré enemistad entre ti y la mujer” son palabras de gracia en medio del juicio. Muestran la gracia de Dios porque esa enemistad entre la serpiente y la mujer será finalmente la manera en cómo Dios mismo restablecerá, restaurará y reconciliará al ser humano y a su creación arruinada. Es Dios quien pone la enemistad y por tanto es Dios quien está estableciendo el camino de reconciliación. El camino de reconciliación nunca es dado ni establecido por el ser humano sino que siempre es establecido por Dios. Sin duda son palabras de gracia porque Dios no tenía ninguna necesidad de restablecer nuevamente su relación con el ser humano que se reveló contra él. Dios no tenía ninguna necesidad de restaurar su creación caída. Hubiese podido pasar página sobre todos y cada uno de nosotros. Hubiese podido dejar que su creación se arruinase, pero no fue así, Dios estableció un camino de reconciliación que pasaba por poner enemistad entre la serpiente y la mujer. En la mayor crisis de la humanidad la gracia de Dios se demostró. Es precisamente dicho camino de enemistad para la reconciliación del ser humano y la creación que Dios estableció, el único camino posible para reconciliarse con Dios por nuestro pecado.
      No hay camino que podrías construir para llegar a Dios, ni tan siquiera para que pudieses llegar a rozar o vislumbrar la reconciliación. Aquel que es ofendido es el que tiene el derecho de poder establecer el camino y medio para perdonar al ofensor. Pues bien, aquí Dios estableció el camino, la enemistad entre la serpiente y la mujer y sin duda alguna es un camino de gracia por un segundo motivo. Porque el juicio que debía recaer sobre el ser humano pecador recaería sobre la simiente de la mujer “entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Sin duda alguna un texto nebuloso pero muestra algo. La enemistad entre la serpiente y la mujer se verá a lo largo de la historia establecida entre “la simiente de la serpiente” y “la simiente de la mujer”. A lo largo de la revelación bíblica y en especial en el libro de Génesis, dicha enemistad entre las dos simientes está trazada a lo largo de genealogías. La primera enemistad la vemos en el choque entre dos hermanos, Caín y Abel (Génesis 4). Continúa con el conflicto entre Faraón e Israel para acabar en la enemistad claramente vista entre dos simientes concretas y enfrentadas. Una enemistad que implicará un coste grande, la simiente de la mujer acabará con la serpiente, herirá su cabeza, el juicio sobre el mismo diablo que llevó a la caída del ser humano y de toda la creación, será un juicio pleno, total y definitivo. Ahora bien “tú le herirás en el calcañar”, la simiente de la mujer será herida y aquí está lo sorprendente de la gracia de Dios.


      La herida en el calcañar que recibirá la simiente última de la mujer, es la herida del juicio que hubiese tenido que recaer sobre un ser humano pecador, pero fue la simiente de la mujer quien estuvo dispuesta a llevarse esa herida en lugar de muchos. Fue herida no únicamente por la serpiente sino que fue herida en lugar del pecador para que, por la soberana voluntad de Dios quien estableció esa enemistad, llevarse a sí el juicio del pecador para que así el pecador tuviese el camino de reconciliación a Dios abierto por medio de la simiente de la mujer. No hay duda alguna que cuando seguimos la historia de la salvación, la simiente última de la mujer que se llevo el juicio y esa herida fue Jesucristo mismo en la cruz. Cuando miras al evangelio puedes ver cumplida la enemistad que Dios mismo estableció en Génesis 3:15. Cristo es descrito como la simiente última donde todas las promesas de Dios se cumplen. (Gálatas 3:16). Esas promesas que arrancan desde la creación misma acaban cumpliéndose en la simiente de la mujer que es Cristo Jesús.


      El evangelio es el camino que Dios estableció y te ha dado como camino de reconciliación a él. Es el camino no por el cual te acercas a Dios primeramente sino el camino por el cual Dios se acercó a ti, el camino por el cual Dios llevó a cumplimiento esta enemistad entre las dos simientes. En la cruz de Cristo es donde puedes ver ese juicio y esa gracia sublime que ya fueron anunciados en el jardín del Edén.
      Ciertamente el evangelio es el camino que debe llevarte a entender que no es lo que tú puedes hacer para reconciliarte con Dios sino más bien lo que Dios estableció para conseguir esa reconciliación. Dios estableció esa enemistad que llevó a Cristo a sufrir el juicio por el pecado y enemistad en el lugar del pecador. La cruz de Cristo es el lugar donde el diablo hirió el calcañar de Cristo pero fue allí donde el Dios de paz aplastó la cabeza de la serpiente y terminará por hacerlo plenamente (Romanos 16:20). La justicia de Dios fue manifestada y su gracia sublime mostrada. El evangelio es el camino por el cual Dios restablece y restablecerá todas las cosas.