CONTEMPLAR LA HERMOSURA DE JEHOVÁ
“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré:
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”
(Salmo 27:4)

      El ser humano es capaz de sumergirse en el mar en busca de perlas preciosas y hermosas. El ser humano es capaz de adentrarse en las profundidades de la tierra para encontrar la hermosura de aquellos minerales que la tierra aporta. El ser humano es capaz de subir a la cima más alta de la tierra por el simple hecho del gozo y el deleite de subir y contemplar la hermosura de la tierra a sus pies.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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OH Dios mío, el más bello, el más grande, el primero de todo lo anhelado, mi corazón te admira, te adora, te ama, porque mi pequeño vaso está rebosante, y desearía verter toda esa gratitud ante ti de forma incesante. Cuando pienso en ti y hablo contigo, diez mil deliciosos pensamientos se agolpan en mi mente, diez mil manantiales de place brotan, diez mil nuevos gozos se apoderan de mi corazón y anegan de felicidad cada instante
(“Alabanza y Gratitud” de El Valle de la Visión, 31).   
MARTES

Leer: Salmo 27:1-6

Meditar: ¿Cómo define el salmista a Jehová en estos versículos? ¿Cuál era la situación que vivía el salmista? ¿Qué esperanza tenía David frente a la situación que vivía? ¿Cómo crees que se relaciona la demanda de David de contemplar la hermosura de Jehová con lo dicho en los vv.5-6?

Orar: Confían en que Jehová es el Dios de tu salvación. Desea y ora por contemplar la hermosura de Jehová todos los días de tu vida sabiendo que su presencia es refugio en situaciones difíciles.


MIÉRCOLES

Leer: Salmo 27:7-14

Meditar: ¿Qué pide David en el v.7? ¿Qué aquello que el corazón del salmista ha dicho? ¿Cómo crees que se relaciona lo dicho en el v.8 con la demanda de contemplar la hermosura de Jehová en el v.4? ¿Por qué crees que David pide que Dios no esconda su rostro de él en los vv.9-10? ¿Qué confianza tiene David al final del salmo?

Orar: Pide por la misericordia de Dios en tu vida reconociendo que es una misericordia soberana. Da gracias a Dios por la confianza que puedes tener de saber que el Dios de tu salvación no desampara.


JUEVES

Leer: Salmo 29:1-2

Meditar: ¿Cuál es el llamado del salmista en estos versículos? ¿Qué es aquello que debe darse a Jehová? ¿En base a qué debe darse la gloria y adorarse a Jehová? ¿Qué entiendes por “la hermosura de su santidad”? ¿Cómo crees que la hermosura de su santidad puede motivar tu adoración a Dios?

Orar: La santidad algunos la han entendido como el atributo trascendente de Dios. Alaba a Dios porque su santidad es hermosa, porque Dios está consagrado a su honor y gloria y en esa hermosura debemos adorar a nuestro santo Dios.


VIERNES

Leer: Ezequiel 16:1-16

Meditar: ¿Cuál es el contexto de estos versículos? ¿Qué es lo que el profeta tienen que exponer de Israel? ¿Qué contraste expresa el profeta en el v.14? ¿Cuál es la hermosura que ha sido vista entre las naciones? ¿Por qué era perfecta la hermosura de Jerusalén? ¿En qué hermosura confió Jerusalén y cuál fue el resultado final?

Orar: La hermosura que de todo creyente y de la iglesia de Cristo es una hermosura derivada de la hermosura de Dios. Pide a Dios que lo que sea reflejado en tu vida y en tu iglesia sea la hermosura de aquel que ha puesto su nombre sobre ti.


SÁBADO

Leer: 1ª Pedro 2:5-8

Meditar: ¿Cómo define Pedro a los cristianos? ¿Dónde somos edificados? ¿Cuál es la piedra fundamental del templo santo y vivo que Dios esta construyendo en su iglesia? ¿Qué es Cristo para nosotros? ¿Por qué Cristo es precioso? ¿Puedes pensar en formas en las que Cristo es precioso para tu vida y tu iglesia?

Orar: Da gracias a Dios porque Cristo es preciso no solamente porque en él habita la plenitud de la hermosura de la divinidad sino también porque él es nuestra salvación. Declara y alaba la hermosura de tu Salvador.
      Contemplar la hermosura de la creación es algo que mueve y deleita nuestra vida, sin embargo, no es más que la manifestación de una hermosura mucho mayor y mucho más excelsa.


Una hermosura que fue demandada y anhelada por David “una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová”. Las palabras de David nos permiten ver el deseo central y prioritario del salmista y el propósito de contemplar la hermosura de su Dios.
      El Salmo 27 es uno de aquellos salmos que resulta difícil situar el contexto histórico de la vida de David que dio lugar a la escritura del salmo. Algunos han considerado que David escribió el salmo con relación a la persecución que sufría por parte de Saul en su vida. Otros han entendido que el salmo se sitúa en el tiempo crítico y triste que David vivió con su hijo Absalón. Algunos otros entienden las batallas con los Filisteos que llevaron a David a temer por su vida como el contexto histórico que enmarca lo dicho por el salmista en su salmo. De todas maneras, tal y como ha sido reconocido por algunos, los términos en el salmo son demasiado generales y amplios como para que fijemos una ocasión particular de angustia y temor como la causa que llevó a David a escribir este salmo. Ahora bien, no nos es necesario el contexto histórico exacto para poder contemplar la grandeza de las palabras de David como expresión de su fe. No nos es necesario que descubramos de manera exacta qué es aquello que David estaba viviendo para poder escuchar el deseo del corazón del salmista y su demanda primaria a Dios. David expresa aquello que es la demanda central y prioritaria de su vida “una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré”


      David expresa que hay algo que ha pedido a Jehová, hay algo que el salmista ha llevado delante de la presencia de su Dios como una demanda esencial y urgente en su vida “una cosa he demandado a Jehová”. La demanda de David es enfática ya que dicha demanda en realidad expresa el deseo profundo de su corazón. Podría entenderse la demanda de David de la siguiente manera “una cosa he deseado de manera preeminente, la he deseado de tal manera que en comparación a ella no he deseado ninguna otra cosa”. Resulta sorprendente la demanda y el deseo de David. Cuando se piensa en David y en todos los salmos que él escribió como adoración a Jehová, no resulta nada difícil darse cuenta de la gran cantidad de peticiones y demandas que David expresó delante de Dios. Los salmos nos dejan escuchar peticiones de protección de Dios frente a los enemigos del salmista. Los salmos nos dejan escuchar el clamor profundo de arrepentimiento de David por sus pecados y la petición de perdón. Los salmos nos permiten ver como hay peticiones y demandas de vindicación, es decir, David expresa que Dios haga justicia con sus enemigos y vindique a su siervo y a su pueblo. Los salmos están llenos de demandas de David a su Dios y aquí está la razón por la que la demanda de este salmo llama la atención.
      David no está demandando o deseando algo más delante de Jehová. David determina que eso que demanda es “una cosa” ¿cómo podía decir esto David después de todas las cosas que ya había demandado a Jehová en muchos de sus otros salmos? Podía decir eso porque el deseo que ahora expresa es principal, preeminente, central y es aquello que David desea tanto que en comparación a ese deseo David nunca jamás ha deseado de esa manera ninguna otra cosa.
      Todo otro deseo en su vida, toda otra petición y demanda a Dios palidecen y se apagan como la luz del día se apaga al atardecer. Lo que David ha deseado delante de Jehová y es aquello que David busca ardientemente es “que esté en la casa de Jehová todos los días de mi vida”.


      El deseo mayor de David, la demanda sublime de David delante de Jehová, la motivación que movía la vida de David era estar en la casa de su Dios todos los días de su vida. David podía contemplar casa todos los días el tabernáculo, sabía que en el futuro habría una casa construida a Jehová. Una casa que él deseó y anheló construir pero le fue dicho que no serían sus manos las que levantarían ese templo. La casa de Jehová era el lugar donde Dios moraba, el lugar donde su presencia se hacía presente, era el lugar donde la comunión con Dios era continua, el lugar donde la gloria de Dios lo llenaba todo, era el lugar donde se recreaban y volvían a vivirse las condiciones que el ser humano tuvo en el Edén mismo. No hay mayor anhelo y deseo que debería ser pedido y buscado en nuestra vida que no fuese el estar en la casa de nuestro Dios. El hogar donde la presencia de nuestro Dios se encuentra debería ser aquello que en comparación todo el resto de deseos fuesen vistos como nada. Debería ser aquello que en comparación a ello ninguna otra cosa desearíamos. ¡Qué gran cosa fue para el hijo pródigo volver a la casa del Padre!  ¡Qué gran gozo y bendición fue para el hijo pródigo volver a contemplar el rostro de su padre, volver a gozar de su presencia! Le fue necesario andar en su miseria hasta darse cuenta que no había mayor deseo que aquello que deseo David siglos atrás “morar en la casa de Jehová todos los días de mi vida”.  Nuestra vida pasa por momentos difíciles, momentos donde como el hijo pródigo deseamos más la casa de otro y no la casa de nuestro Dios, pero las palabras de David deberían servirnos para saber cuál esa aquella única cosa frente a la cual todo lo demás palidece. Y posiblemente la pregunta sería ¿por qué David tenía ese deseo preeminente en su vida? ¿Cuál era el propósito de querer morar en la casa de Jehová todos los días de su vida? El propósito es porque en esa casa la visión, el gozo y el deleite supremo es el mismo Dios.
      El deseo de David es “para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”. ¡Grande propósito el de David! Su demanda de estar en la casa de Jehová todos los días de su vida era para “contemplar la hermosura de Jehová”. La hermosura de nuestro Dios es un atributo de su ser. La hermosura de Dios determina que toda perfección se encuentra en Dios. La hermosura de Dios determina que la suma de todas las cualidades deseables se encuentra en Dios haciendo a Dios el ser más hermoso y deseable que jamás haya existido y existirá. Él es el tesoro por el cual vale la pena venderlo todo, Él es la piedra preciosa por la que uno debe invertir todo lo que tiene.
      Si Dios es hermoso, si en él se encuentra la suma y conjunto de todo aquello que es deseable para nuestras vidas ¿a quién más podríamos desear contemplar y gozar como su pueblo? Cuando David dijo: “para contemplar la hermosura de Jehová” fue para gozar y deleitarse en el ser más hermoso que existe. Para David el morar en la casa de Jehová todos los días de su vida no era un fin en sí mismo sino el medio para el propósito mayor. El fin no era la casa, el fin era contemplar y deleitarse en la hermosura de Jehová y en la revelación de su hermosura y perfección. El fin no es la casa, el fin es el dueño de la casa y ese fin nos ha sido dado a nosotros en la persona de Jesucristo.


      Jesucristo es la revelación de Dios, es Dios encarnado y para aquellos que hemos creído el apóstol Pedro nos dice “para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso” (1ª Pedro 2:7). ¡Milagro el de la encarnación! La hermosura de nuestro Dios fue hecha carne y no solamente podemos contemplar la gloria de Dios en Jesucristo sino también la hermosura sublime de él. La suma de todo aquello deseable para nuestra alma se encuentra en Cristo, por tanto, él y no otro debe ser el anheló, demanda y deseo de nuestra vida. Ciertamente esto lleva a reflexionar ¿es Cristo precioso para aquellos que hemos creído? ¿Es Cristo lo más hermoso para nuestra vida? Porque Jesucristo es el que cumple la demanda de David pudiendo contemplar y gozar en él la hermosura de Dios. Jesucristo cumple la demanda de David delante de Dios. Fue nuestro Cristo quien pidió al Padre “Padre aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy ellos también estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24) Jesucristo es aquel que nos lleva a la casa de nuestro Dios para que la visión y el deleite eterno que allí tengamos sea la gloria y la hermosura eterna de nuestro Dios en la faz de nuestro Salvador.