VENID A MÍ
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
(Mateo 11:28)

      La historia de la humanidad es, sin lugar a dudas, una historia de cambios, de adelantos o atrasos según se mire, de naciones y reinos que se levantan de manera imperceptible o de manera brusca y que desaparecen en las arenas del pasado quedando solamente el testigo mudo de las ruinas y monumentos que nos hablan de lo una vez llegaron a ser. Desde la caída de nuestros padres, Adán y Eva y el exilio del jardín del Edén, el ser humano ha vivido y vive inmerso en la vorágine de una creación caída, trabajando con el sudor de su rostro en una ambiente que si por un lado, no lo tiene a uno parado, por otro lado, le produce en más de una ocasión cardos y espinos que le recuerdan lo cierto que es la frase revelada e inspirada de “con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3:19).

      La sociedad entendida como la agrupación natural o pactada de personas que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos con el fin de cumplir mediante la mutua cooperación todos o algunos de los fines de la vida, podría parecer la solución a tal situación de vía de independencia que el ser humano había tomado de su Creador. De todas maneras, cuanto más alta y cercana al cielo la torre de Babel podía parecer, irónicamente más lejos el ser humano estaba de su Creador. La sociedad ha dado lugar a sistemas sociales, sistemas políticos, sistemas filantrópicos, para que, si en alguna medida fuese posible, volver a recuperar el ideal, propósito y descanso santo que el ser humano tenía en el paraíso, pero tal y como Brian Walsh comenta: “vivimos dentro del futuro de un pasado hecho añicos, porque ese ‘pasado’ nos habló de grandes historias de la utopía del Marxismo, de la libertad tecnológica o del paraíso capitalista. Pero hemos llegado a ver que esas historias no son solamente historias inacabadas, sino que son fundamentalmente imposibles de acabar por la simple razón de que son fundamentalmente mentiras” (Brian Walsh, La Iglesia en la Era Postmoderna: Diez Cosas que Necesitas Saber, 1-5).
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
      Un ser humano que hoy es vía a la independencia y mañana vía a la conveniencia, que hoy es vida y mañana proyecto de vida, que hoy el delito se juzga, pero mañana ya ha prescrito, que hoy un sistema político es válido y mañana cambia con la incertidumbre de un nuevo presidente electo y el ser humano sigue agitándose en el océano del relativismo y pluralismo cada vez con menos fuerzas y con su alma más cansada y agotada. Quizás es en estos momentos que uno se da cuenta de que las cosas no deberían de ser así, hay algo que no está bien, se está lejos de ese descanso que Dios estableció para el ser humano en el Edén. Cuando acabo su creación toda ella buena en gran manera (Génesis 1:31), Dios reposó de su creación, “y acabó Dios en el séptimo día la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo y bendijo Dios al día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:2-3). El día de reposo a diferencia de los otros seis días de creación no tenía ni tarde ni mañana, era eterno y era el día dentro del cual toda la creación tenía que vivir, funcionar y desarrollarse. Toda la creación, las aves, los peces, los animales y el ser humano fueron creados para vivir y funcionar dentro del reposo de Dios. Ese reposo del séptimo día era el descanso triunfante de Dios, el Creador ahora reinaba sobre toda su creación y toda la creación vivía dentro del triunfo de su Creador. Tristemente decidimos cambiar el reposo de Dios por el sudor de la frente y por los cardos y espinos a consecuencia de nuestro pecado. Por tanto, a ¿dónde mirar para volver a tener este descanso? ¿A quién acudir que de no relativos sino absolutos? ¿En quién confiar que pueda dar el aire fresco del descanso del Edén? Las palabras de Cristo son ese aire fresco del descanso del Edén. 

      “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cansados y yo os haré descansar” que gloriosas palabras de Jesucristo. Aún y nuestra rebelión contra el Creador, él no olvidó el descanso del Edén para la corona de su creación. En el antiguo pacto estableció el día de reposo para Israel “acuérdate del día de reposo par santificarlo” (Éxodo 2:8-11) como un día particular y concreto en el cual Israel debía cesar de toda su obra y recordar a su Creador y Redentor. Ese día particular fue el día dado por Dios para permitir a Israel, dentro de un mundo caído de dolor y sufrimiento poder volver a gozar mínimamente del reposo del Edén. Ahora bien, ese gozo mínimo y puntual del reposo del Edén debía ser cumplido plenamente y esto es dado en Cristo aquel capaz de dar ese reposo del Edén de manera completa y eterna.

     El llamado de Cristo es claro, su invitación es imperativa y el foco de su invitación es real, “venid a mí”. Si hay un llamado, si hay una invitación que el ser humano cansado y trabajado debe escuchar éste es el llamado del Salvador, “venid a mí”. La razón para escuchar ese llamado es doble, primero es una invitación a aquellas almas cargadas y trabajadas. Esto implica, por un lado, un reconocimiento, por la obra de Dios en nuestras vidas (Mateo 11:25-27), de la carga del pecado de nuestras almas al igual que la carga que llevaba el peregrino de John Bunyan, pero por otro lado, implica el gozo de saber que el llamado es para el ser humano trabajado y cargado sin distinción “todos los que estáis trabajados y cargados,” Cristo no deja al ser humano con la carga y el trabajo de su propia miseria sino que llama “venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados”. El segundo motivo para escuchar la invitación es porque no solamente Cristo ofrece descanso, sino que verdaderamente lo da “y yo os haré descansar”. Este descanso no es cualquier tipo de descanso, es el cumplimiento del reposo del séptimo día, ahora en Cristo el pecador con sus pecados lavados por la sangre de Cristo es devuelto al Edén, ahora en Cristo el pecador es devuelto al gozo del reposo triunfante de Dios por medio del triunfo del Hijo de Dios en la cruz y la resurrección. El llamado de Jesús es imperativo y seguro para un ser humano cansado y cargado por su pecado porque también es segura y certera la realidad de que en Cristo hallará descanso “y yo os haré descansar”. El descanso del Edén se encuentra en Cristo, no se encuentra en un sistema político, social o filantrópico sino en Cristo quien llama “venid a mí”. En él tenemos descanso y por él podemos reunirnos como pueblo redimido cada día de nuestras vidas como un día de reposo eterno en Cristo para celebrar el triunfo del Cordero. 
      Lo triste es que nuestra sociedad sigue construyendo sobre ese pasado hecho añicos y de la decepción del Modernismo donde se descubrió que la razón no era el último filtro infalible para explicarlo todo, hemos pasado al Postmodernismo donde quizás no hay nada que pueda explicarse ya que no hay nada que sea verdad absoluta y objetiva y sin una verdad absoluta a la que poder aferrarse se entra de nuevo en la vorágine de un ser humano sin descanso.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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