EL PESO DE LA CULPA
“Te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor,
y que el joven vaya con sus hermanos. Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven?
No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre”
(Génesis 44:33-34).
      El peso de la culpa es algo que en muchas ocasiones pesa en gran manera en la vida de las personas. Si la conciencia todavía no está cauterizada completamente y le queda un remanente de sensibilidad, en aquella persona que sabe que ha hecho mal, la culpa puede ejercer una presión mayor que la presión del océano sobre aquel que desciende a las profundidades. De manera silenciosa y constante la culpa, por unas palabras mal dichas y fuera de lugar, por una acción deshonesta y dañina, por un pecado que no se quiere recordar hace su trabajo abatiendo los huesos de uno, marchitando el ánimo y quitando el gozo. Sin lugar a dudas la culpa pesa y en ocasiones pesa mucho en el alma de una persona. El peso de la culpa es un peso condenatorio porque lo único que dice es cuán culpable es uno por aquello que hizo en el pasado. No para de recordar recurrentemente que es culpable y que aquello que tiene es lo que se merece. No para de absorber poco a poco el valor de la persona porque aquel que tiene el peso de la culpa la única realidad que experimenta es aquella de saber que cada vez vale menos por aquello que hizo.


      Cuando uno habla con alguna persona que todavía lleva la culpa de algo sobre sus hombros, puede observarse que no hay gozo, puede notarse el cansancio en arrastrar continuamente sobre sus espaldas esta tremenda culpabilidad que lo único que le dice es que no hay solución. Tristemente he notado que el peso de la culpa en las personas se agrava por dos causas. El peso se agrava cuando la persona busca su propia autojustificación, es decir, busca argumentos o acciones para sacar por sí mismo esa culpa de su vida. El problema reside en que la autojustificación no funciona debido a que la persona se da cuenta que no puede sacar esa culpa de su vida. El peso se agrava cuando la persona llega a la conclusión de que no hay manera de sacar esa culpa y acaba resignándose pensando que es su responsabilidad el llevar esa culpa para el resto de su vida. Ahora bien, las palabras dichas por Judá en Génesis 44:33-34 tienen mucho que ver con alguien que fue culpable pero que en su reconocimiento nos muestra cómo Dios ha establecido el evangelio para quitar esa culpa que solamente él es capaz de llevar en nuestro lugar. Las palabras de Judá nos dejan ver, primero la importancia del reconocimiento de la culpa. Segundo el dulce intercambio para levantar el peso de la culpa y tercero el cumplimiento en Jesucristo quien llevó la carga de nuestra culpa.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Pastor Rubén Sanchez Noguero - Móvil: 610.224.965 - emali: rsanchez111@yahoo.es
La culpa puede ser algo que arrastres en tu vida por algo que en el pasado pasó. Pero mira a la maravillosa cruz de Cristo. El evangelio no te llama a llevar tu culpa sino a reconocerla. El evangelio no te llama a buscar tu justicia para llevar tu culpa sino a creer en Cristo quien tomó tu lugar. El peso de la culpa puede ser grande pero suficiente es la gracia de Dios en Cristo, mayor es la justicia que declara perdonado y no culpable y fluye del dulce intercambio en la cruz. Sí, nuestra culpa por el pasado puede ser pesada pero poderoso es aquel que la sacó en la cruz.     
MARTES

Leer: Romanos 3:21-26

Meditar: ¿Qué tipo de justicia presenta Pablo en los vv.21-22? ¿Cuál crees que es la razón por la cual la justicia es por medio de la fe en Jesucristo? ¿Cómo puso el Padre a Cristo en la cruz según el v.25? ¿Para que hizo todo esto Dios?

Orar: La es el último propiciatorio, el último día de la expiación donde Dios derramó su ira y manifestó su justicia a todo aquel que cree. Da gracias a Dios porque su justicia manifestada en Cristo te declara no culpable y perdonado. Da gracias porque Cristo llevó la culpa del pecado en la cruz.


MIÉRCOLES

Leer: Romanos 4:1-8

Meditar: ¿Cómo fue justificado Abraham? ¿Qué crees que significa la comparación de la justicia por la fe con el salario en los vv.4-5? ¿Cómo explica Pablo la justificación según el Salmo 32 en los vv.6-8? ¿Qué elementos podrías desligar de los vv.6-8 en cuanto a la justificación? ¿Qué puede significar esto para tu vida en relación a aquella culpa que puede haber en ella?

Orar: Da gracias a Dios porque su justificación implica que Dios no te inculpa de pecado. Da gracias a Dios porque él ha perdonado tus pecados y sacado la culpa de ellos en la persona de Cristo.


JUEVES

Leer: Romanos 4:18-25; Hebreos 11:17-19

Meditar: ¿Qué ejemplo está utilizando Pablo? ¿Qué acontecimiento del AT crees que está detrás de estos versículos? ¿Cómo crees que se relaciona Hebreos 11:17-19 con lo dicho en Romanos 4:20-22? ¿Qué creyó Abraham en cuanto a la entrega de Isaac? ¿Fue la fe que justificó a Abraham solo para él? ¿En quién creemos nosotros y como se aplica a nosotros esa justicia?

Orar: Bendice a Dios porque él siempre ha sido consistente en actuar justificando por la fe. Bendice a Dios porque la justicia que le fue contada por la fe a Abraham también lo es para ti en Cristo Jesús resucitado de los muertos.


VIERNES

Leer: 2ª Corintios 5:17-21

Meditar: ¿Qué son hechos aquellos que están en Cristo? ¿Cuál la palabra central que describe la acción de Dios en los vv.18-20? ¿Cómo reconcilió Dios consigo al mundo? ¿Qué es lo que hizo Dios con Cristo según el v.21? ¿Qué crees que quiere decir que “al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado”? ¿Cuál es el propósito de que Cristo fuese hecho pecado?

Orar: Da gracias a Dios por su reconciliación con aquellos que éramos pecadores. Da gracias a Dios por la proclamación del evangelio de la reconciliación. Da gracias a Dios porque el hecho que Cristo fuese hecho pecado implica que llevó la carga de la culpa del mismo para que nosotros pudiésemos ser declarados no culpables y perdonados. Da gracias a Dios por quitar la culpa de tu vida mediante la cruz de Cristo.


SÁBADO

Leer: 1ª Corintios 1:30-31

Meditar: ¿Quién realiza la acción descrita en el v.30? ¿Qué es Jesucristo para todo creyente que está en él? ¿Cómo explica la cita del v.31 en base a lo que ha sido hecho Cristo por nosotros?

Orar: Bendice a Dios porque todo lo que somos, lo somos en Cristo.
      Algo que no puede perderse de vista es el contexto en el que las palabras de Génesis 44:33-34 fueron dichas. Fueron pronunciadas por Judá uno de los hermanos de José y fueron dichas al final de su tiempo en Egipto. Judá fue uno de los hermanos de José que estuvo implicado de manera directa en la venta de su hermano menor. La envidia pudo tanto con ellos que llegaron a aborrecer a su hermano José hasta el punto de querer matarle (Génesis 37:20-22). Solamente la intervención de Rubén libró a José de las manos de sus hermanos.
      En ese acontecimiento Judá tuvo un papel capital, sus palabras hablan mucho de lo que había en su corazón hacia su hermano menor, Génesis 37:26-27 “entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él”. Podría pensarse que las palabras de Judá tuvieron cierta consideración con su hermano menor pero lo cierto es que vender a su hermano y perderlo de vista para siempre era otra manera de borrarlo del mapa, era otra manera de matar a su hermano menor. Vendiéndole, José desaparecería para siempre de sus vidas. No cabe duda alguna que hay muchas maneras de matar a un hermano, de borrarlo definitivamente de la presencia de uno y Judá usó una de ellas. Fue el instigador de acabar definitivamente con su hermano menor. De todas maneras, poco sabía Judá que la historia de su hermano José sería una historia donde la providencia divina haría acto de presencia de una manera gloriosa. Poco sabía Judá que por causa de una hambruna nuevamente se encontraría delante de José teniendo que mostrar nuevamente su corazón en relación a su hermano menor, esta vez Benjamín.


      El tiempo de los hermanos de José en Egipto fue un tiempo que, por medio de la actuación de José hacia ellos, trajo a sus mentes nuevamente el pecado que habían cometido en el pasado contra su hermano (Génesis 42:21-22). Ahora bien, el punto de inflexión fue cuando José pidió que trajesen a su hermano menor, a Benjamín. Judá se comprometió con su padre Jacob a ser fiador de Benjamín y ahora, ese egipcio desconocido pedía que Benjamín se quedase en Egipto, ¿qué haría Judá? ¿Actuaría como actuó con su otro hermano menor años atrás y lo vendería a Egipto? ¿O saldría a favor de su hermano menor? Las palabras de Judá “te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor” son la demostración de que Judá entendió su culpa y pecado pasado con José. Actuó mal con José, la culpa por ese pecado le acompañó toda su vida hasta ese mismo momento donde reconoció que no podía volver a actuar así con su otro hermano menor. Podemos caer en el error de pensar que la culpa debido a un pecado, a una equivocación es algo que es nuestra responsabilidad llevar para siempre. Ahora bien, lo cierto es que la culpa por tu pecado en el plan de Dios nunca fue pensada para ser llevada por ti pero sí confesada y reconocida. Puedes mirar atrás y ver la culpa por esos pecados, pero debes saber que el primer paso para aligerar el peso de esa culpa es la confesión y reconocimiento de la misma porque ciertamente en el plan de Dios hay un dulce intercambio que se produce.
      Judá le dijo a José “te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor y que el joven vaya con sus hermanos” puede parecer algo simple pero en las palabras de Judá hay un dulce intercambio. Judá reconoció su culpa y estuvo dispuesto a tomar el lugar de su hermano “quede ahora tu siervo en lugar del joven”. ¿Cómo es esto posible? ¡Qué cambio operado en el corazón de Judá! De vender a un hermano menor a poner su propia vida en lugar de otro hermano menor. La culpa de Judá era tan grande por lo que hizo en el pasado que ahora sabía que la única manera de llevar esa culpa era reconociéndola y poniendo su vida en intercambio por la vida de su hermano menor. El camino para quitar la culpa no es la autojustificación sino la sustitución. Nuestro mundo es un mundo de autojustificación, nadie tiene culpa de nada y si la tiene rápidamente se carga sobre otros. Nuestra vida puede moverse por largo tiempo en ese camino pero Judá reconoció que para llevar su culpa debía tomar el lugar de su hermano, el culpable pagó por su culpa. Ciertamente es lo justo, que el culpable pagase por su culpa, que el culpable tomase el lugar del inocente Benjamín que nada tenía que ver. Pero lo sorprendente es como esta acción de Judá se cumple en aquel que de manera última y definitiva llevó nuestras culpas a la cruz.


      Rubén se había ofrecido a tomar el sitio de Benjamín (Génesis 42:37-38) pero no sirvió, debía de ser Judá aquel que pudiese ser el fiado de su hermano, aquel que pudiese tomar el lugar de su hermano. La acción de Judá nos lleva a la simiente última de Judá a Jesucristo mismo quien fue capaz de llevar la carga no de su culpa sino de la nuestra. Aquello que quitó nuestra culpa no fue nuestra justicia sino la sustitución de Cristo en nuestro lugar en aquella cruz. Las tornas se invirtieron en el evangelio. Si Judá tomó el lugar del inocente Benjamín, en la cruz el último Judá tomó el lugar del culpable pecador. El inocente en lugar del culpable pero gracias a esa sustitución la justicia que levanta nuestra culpa, la justicia que declara no culpable fluyó a raudales de la cruz por medio de la fe en Cristo.  Maravilloso fiador aquel que el Padre nos entregó. Las palabras de Judá “te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven” podrían ser las palabras de Cristo “te ruego, por tanto Padre, que quede yo en lugar de aquel que cree en mi”.