¿POR QUÉ
ME HAS DESAMPARADO?
“Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
(Salmo 22:1)
      El abandono o la sensación de abandono es algo que deja a alguien en un estado de tremenda soledad. La persona o personas que estaban junto a ti, de un momento a otro ya no lo están. Como si de acto de escapismo se tratase, las personas desaparecen dejando un sensación de indefensión que le coge a uno desprevenido en la mayoría de ocasiones, dejándole a uno con un gran signo de interrogación y formulándose una y otra vez las preguntas ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? y ¿dónde?
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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Con cuerdas de amor nos atrajo a él, cuerdas de amor trenzadas por la sangre del nuevo pacto derramada por Cristo. Un pacto eterno y un clamor de Cristo en la cruz que es garantía que nunca nosotros tendremos que exclamar que Dios nos ha desamparado. Puede ser que como Pablo tengamos que decir algún día “todos me ha abandonado”, pero no olvides que Dios no lo ha hecho. Evidencia de ello es que Cristo selló esa unión eterna con su preciosa sangre en la cruz. ¿Qué decir? Únicamente como dijo David “anunciaré tu nombre a mis hermanos. De ti será mi alabanza en la gran congregación”.
MARTES

Leer: Salmo 22:1-8

Meditar: ¿Cuál es el petición que el Salmista realiza a Dios? ¿Cómo define a Dios el salmista en los vv.1-2? ¿Por qué crees que eso es importante? ¿Qué muestran los vv.3-5 de la confianza del salmista? ¿Cómo se describe el propio salmista?

Orar: Pide a Dios que en momentos de sensación de abandono de haga ver que él sigue siendo tu Dios y te ayude a esperar en él.


MIÉRCOLES

Leer: Salmo 22:9-21

Meditar: ¿En qué situación se encuentra el salmista? ¿Cómo describe el salmista a sus enemigos? ¿Qué acciones describen la actuación de los enemigos contra el salmista? ¿Cuál es la petición que hace David a Dios en los vv.11y19? ¿Cuál es la confianza que tiene el salmista? 

Orar: En momentos de aflicción pide a Dios que su salvación está presente. Pide a Dios que la confianza en que él es tu fortaleza y socorro sea algo patente en tu vida.


JUEVES

Leer: Salmo 22:22-31

Meditar: ¿Qué cambio hay a partir del v.22 en relación al resto del salmo? ¿Qué acciones demuestran la reacción del salmista? ¿Por qué crees que David tiene este cambio tan radical del inicio del salmo al final del mismo? ¿Qué esperanza final muestra el salmo?

Orar: Alaba a Dios porque él nunca se aleja de aquellos que ha salvado. Da la alabanza a Dios porque la esperanza final es que la justicia de Dios prevalecerá y será anunciada.


VIERNES

Leer: Mateo 32-50

Meditar: ¿Qué sucede en los versículos leídos? ¿Cuáles son las burlas y escarnios que se lanzaban a Jesús? ¿Cuál es la ironía que aparece en los versículos leídos? ¿Cómo encuentras el cumplimiento entre lo dicho por David en el Salmo 22 y lo expresado por Cristo en la cruz?

Orar: Después de meditar en la obra de la cruz, bendice a Dios por la maravillosa y grandiosa obra de salvación obrada. Da gracias a Dios porque el clamor de Cristo en la cruz es un clamor que jamás tendrás que expresar porque su salvación es eterna, completa y perfecta.


SÁBADO

Leer: Salmo 117:1-2

Meditar: ¿Cuál es el motivo de alabanza a Jehová? ¿Cómo describe el salmo la misericordia de Dios? ¿Qué otra palabra crees que se relaciona con misericordia en el v.2 y que explica al término?

Orar: Alaba a Dios porque su misericordia es su fidelidad eterna y de pacto para con su pueblo. Bendícele porque su fidelidad implica que él está y estará hasta el fin con los suyos.
      Podría pensarse que el desamparo deja un vacío en la persona pero realmente no es así. Por lo general, el abandono y la soledad son dos hermanos que siempre van de la mano. Cuando uno hace acto de presencia, el otro, tarde o temprano entra en escena. Es una gran ironía y cosa extraña. El desamparo nunca deja un vacío por el simple hecho que es llenado siempre por la soledad. Lo que antes era ocupado por otra u otras personas, ahora lo es por la señora soledad.
      El desamparo o abandono duele porque rompe relaciones que muchas veces se habían forjado en la forja de la confianza, en el pensar y confiar que uno siempre estaría allí y cuando aquel apoyo que uno tenía desaparece uno exclama como David exclamó delante de Jehová “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.  ¡Qué clamor más amargo el de David! El Salmista clama a su propio Dios y le pregunta ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué me has abandonado? Ahora bien, el clamor de David, aun y cuando pueda parecer un clamor que ha perdido toda esperanza ciertamente no lo es. David clama desde el medio del aparente abandono divino porque sabe que su Dios sigue estando allí. El clamor de David en el Salmo 22 nos muestra primero a quién clama David en su desamparo. Segundo nos muestra la sensación real de sentirse desamparado por Dios y tercero el cumplimiento del desamparo de David en Jesucristo para nuestra confianza.


      El Salmo 22 ha sido llamado por William S. Plumer como El Evangelio según David. Sin duda alguna, cuando uno escucha el clamor del David delante de su Dios, no puede más que escuchar el clamor de Jesucristo delante de su Dios en el momento que pagaba por los pecados de aquellos que el Padre le entregó. El salmo, en opiniones de algunos, es una oración temprana que clama delante de Dios debido a la burla, acecho y persecución de los enemigos. Algunos han interpretado el título del salmo “al músico principal; sobre Ajelet sahar, Salmo de David”, en especial debido a las palabras “Ajelet” y “sahar”, como la descripción de una persona a imagen de un ciervo manso que es perseguido por aquellos hombres que le quieren mal. El ciervo que sale temprano cuando rompe el alba de un nuevo día y cuando los cazadores inician nuevamente la caza. Ciertamente no todos opinan lo mismo en cuanto al título del salmo, ahora bien, lo cierto es que bien podría considerarse a David como aquel que clama a Dios por el acecho de aquellos que le quieren mal. “Me han rodeado muchos” (vv.12, 16) dice el salmista y un nuevo día empieza, el alba rompe con el color del día el manto de oscuridad de la noche pero David sigue sumido en la profundo oscuridad de haber sido desamparado o abandonado por su Dios. El clamor de David se intensifica cuando se observa a quien clama.
      David no clama a Dios en general, David no clama a cualquier tipo de divinidad pagana características de su tiempo y cultura. David clama a aquel que es su Dios personal. Dos veces David repite la expresión “Dios mío, Dios mío”. Por iniciativa divina, Dios entró en pacto con David (2ª Samuel 7; Salmo 89) y esto hizo que el único Dios vivo y verdadero se convirtiese por la sola iniciativa de la gracia divina en el Dios personal de David. Dios pasó a ser personal en una relación de pacto donde la fidelidad y el amor eterno eran la base y esencial de dicho pacto.
      Y ahora, David se siente que su Dios, aquel que entró en pacto de amor fiel y lealtad inquebrantable le ha desamparado. Dios parece que ya no está, Dios le ha dejado, Dios le ha abandonado. Sentir el abandono humano es duro pero sentir el abandono divino debe ser algo insoportable. Todo se magnifica y se multiplica por la eternidad misma. Aquí reside la profundidad y seriedad del clamor de David “Dios mío, Dios mío ¿por qué me ha desamparado?” Si Dios es el Dios que entró en pacto fiel y leal con David. Si Dios es quien se comprometió en una relación cuya esencia es la fidelidad y el amor leal hacia el otro ¿cómo es posible que ahora me haya abandonado? En cierta manera el hecho que David empiece diciéndole a Dios que él es su Dios “reclama” lo incomprensible de que Dios le haya abandonado. Muestra la incongruencia que Dios le haya desamparado.


      En más de una ocasión nos hemos podido sentir como David. Sentir el abandono divino hacia nuestra persona. Es en estos momentos cuando podemos entrar en el mismo dilema teológico que David expresa. Si Dios es mí Dios “¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?” Nuestra mente y corazón lucha con poder compaginar la verdad de un Dios personal al que hemos conocido por gracia y la sensación del abandono divino. El abandono humano realmente es una realidad ¿cuántos son aquellos que han sido dejados, desamparados y abandonados por aquellos que más cerca tenían? ¿Cuántos pactos de fidelidad y amor leal que se cerraron con votos delante del altar han acabado en abandonos? Pienso en el apóstol Pablo cuando escribió a su hijo en la fe Timoteo y, en los últimos días del apóstol, el siervo de Cristo echa su mirada atrás y le dice a Timoteo “ya sabes esto, que me abandonaron todos los que está en Asia” (2ª Timoteo 15). El desamparo humano es real y David nos deja ver que la sensación del desamparo divino también lo es. David explica en consistía esa sensación de desamparo divino. Consistía en sentir que Dios estaba lejos como salvador, lejos de la salvación de su siervo, lejos como aquel que escucha el clamor para salvación. Ciertamente esa sensación puede ser real muchas veces en nuestra vida, ahora bien, ¿la realidad es así?
      Puede parecer una contradicción pero en medio de la sensación de desamparo divino, David clama porque sabe que su Dios sigue estando allí, de otra manera ¿por qué clamar a Dios si éste ya no está? Como dice un autor: “la fe puede ser muy vigorosa cuando toda consolación se ha ido”. Ciertamente David clama bajo la realidad del desamparo divino pero clama a aquel que es su Dios. Clama a aquel que él mismo determina que es santo (v.3), clama con la certeza que Dios todavía está con él y le pide que no se aleje sino que le salve “mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme” (v.19). David al final entiende que el Dios de su salvación no le ha desamparado y su motivación es anunciar el nombre de Dios (v.22) y darle alabanza en medio de la congregación (v.25). La sensación que Dios nos ha abandonado puede ser real pero no refleja la realidad. Nuestro Dios sigue estando ahí y no hay mayor evidencia y compromiso divino de que él no se alejará de nosotros que el escuchar las palabras de David cumplidas por Cristo en la cruz. El clamor de David es escuchado y cumplido en la cruz del Calvario. Allí Cristo fue rodeado por sus enemigos, no únicamente aquellos soldados que repartieron suertes sobre sus vestidos. No solamente aquellos “perros” que se burlaban de él. Estuvo rodeado de las mismas fuerzas del infierno en aquel pequeño monte. Allí el Hijo de Dios cumplió el clamor de David “Dios mío, Dios mío ¿por qué me ha desamparado?” Allí el Dios de su salvación parecía estar lejos pero ¿considera la cruz? Ciertamente Dios juzgó nuestro pecado en la persona del Hijo. Ciertamente Dios vertió su ira santa y judicial sobre el Hijo. Ciertamente podía pensarse que Dios había abandonado a Cristo pero nuestro Trino Dios estaba unido en perfecta y eterna comunión en la obra y consumación de nuestra salvación. Nunca Dios ha estado tan cerca de la obra de la salvación como en la cruz del Calvario. Dios no se alejó de la salvación sino que se acercó para salvar y el clamor de nuestro Cristo “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?” fue un clamor exclamado por él en la cruz para que ni tú ni yo tengamos jamás que exclamar algo así.