INFANTES EN LA FE
“De manera que yo, hermanos,
no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales,
como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda;
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía”
(1ª Corintios 3:1-2)
      Uno desearía que los niños se quedasen siempre como niños. Uno que sabe de los problemas y las responsabilidades que la etapa de madurez adulta comportan, querría que los niños se quedasen como niños, con sus preocupaciones de niños, problemas de niños y sus ilusiones de niños. Cuando empiezan a crecer y a madurar, cuando los padres se dan cuenta de maneras de hablar y actitudes en sus hijos que son más propias de “pequeños adultos”, por lo general las afirmaciones de muchos padres son: “¿Por qué tienes que crecer tan rápido?”, “¿Dónde está mi niño pequeño con el que jugaba?”. Ver el crecimiento y madurez de los niños, por un lado, trae en los padres la nostalgia del periodo de la infancia de sus hijos y, por otro lado, debería traer también el gozo de ver como los “pequeños adultos” siguen una de las leyes que Dios mismo ha establecido, caminan hacia la madurez. Dios en su soberanía ha establecido una serie de leyes en el mundo natural que él ha creado y una de esas leyes controlada por su providencia divina es el crecimiento y la madurez. Todo crece y todo madura en el mundo que nos rodea.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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     Una pequeña semilla de manzana contiene todo lo necesario para que de ella salga un manzano, pero debe crecer y madurar. Poco a poco el árbol crece y madura hasta dar fruto. Lo mismo sucede con el cuerpo del ser humano. Todo el cuerpo va creciendo hasta llegar a la madurez. Según esto, evitar que un niño crezca y madure - por mucho que los padres lo quieran - sería algo antinatural y perjudicial para el niño. Algo francamente preocupante es cuando existe algún trastorno que afecta al crecimiento y madurez del niño, ya sea a nivel físico o mental. Si el niño no crece y madura, hay algo que no es correcto. Esta ley del mundo natural igualmente está en el mundo espiritual.
      Un cristiano desde su nuevo nacimiento por la obra del Espíritu en su vida debe crecer y madurar. Una de las leyes espirituales que Dios ha establecido para aquellos a quienes él les ha dado la potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12) es la ley del crecimiento y madurez cuyo fin último es tener la imagen de Cristo formada en ellos (Romanos 1:29). El apóstol Pablo era algo que tenía claro en su vida, en su ministerio y en su predicación. Pablo era capaz incluso de sufrir dolores de parto para que Cristo fuese formado en los creyentes y en la iglesia (Gálatas 4:19). Según esto, no cabe duda alguna que las palabras escritas por el apóstol a los Corintios tuvieron que ser palabras de amargura y tristeza: “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía” (1ª Corintios 3:1-2). En las palabras del apóstol Pablo a la iglesia en Corinto hay dos cosas que deben hacernos pensar como cristianos individuales y como iglesias. Primero, la infancia pasada en la fe del evangelio de Cristo. Segundo, la tristeza de seguir en el presente siendo infantes en la fe del evangelio de Cristo.


      El apóstol Pablo recuerda a los Corintios cuando llegó a ellos. Pablo llegó a ellos con la firme y deliberante resolución de no saber entre ellos cosa alguna sino a Jesucristo crucificado (1ª Corintios 2:2). Les habló el mensaje del evangelio no con palabras de sabiduría humana sino con demostración del Espíritu y de poder (1ª Corintios 2:4). Ahora bien, en la ciudad de Corinto, la cual era considerada la “pequeña Roma”, Pablo no llegó dándoles los manjares más suculentos de la fe del evangelio. Como bien les dice, me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
      De ahí brota todo, de esa sabiduría de la cruz de Cristo surgen todos los manjares que contribuirán al crecimiento y madurez en la fe de dicho evangelio de Cristo. Era esa sabiduría de la cruz y no la sabiduría de su propio tiempo filosófico y humanista lo que los corintios necesitaban. Era la sabiduría de la palabra de la cruz la que para ellos había sido poder de Dios para salvación y seguía siendo lo necesario para su madurez. Pablo les recuerda cómo les habló “de manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales”. En esta comparación de “espirituales” y “carnales” Pablo no está hablando de creyentes o no creyentes, mas bien, el apóstol determina un contraste cuyo aspecto central es la madurez en el evangelio.
      Pablo explica lo qué quiere decir cuando dice que les habló “como a carnales”, es decir, “como niños en Cristo”. El apóstol les está diciendo que les habló como aquellos que eran “infantes en Cristo”, es decir, aquellos que no eran maduros en la fe del evangelio de Cristo, aquellos cuya etapa espiritual era la de ser niños o infantes en la sabiduría de la cruz. No llegó hablándoles “como a espirituales”, es decir, aquellos que eran capaces de discernir, entender y vivir más allá de los rudimentos básicos del evangelio en su vida “sino como a carnales, como a infantes en Cristo”. Pablo les dio leche y no vianda profunda “os di a beber lecho, y no vianda”. Nadie en su sano juicio daría un lechón al horno a un bebé de tres meses. Tampoco daría nadie un cocido madrileño a un bebé de seis meses ¿por qué? Porque no serían capaces de asimilarlo, todo tiene su tiempo. Pablo les habló como infantes en el evangelio al inicio de su predicación, les dio la leche del evangelio de Cristo, “porque aún no erais capaces”, eran infantes en el evangelio y lógico era que en ese periodo se les diese lo que necesitaban y viviesen en base a esa poca madurez en el evangelio. Honestamente hay un tiempo para esto en nuestra vida como cristianos.


      Hay un tiempo donde se nos tuvieron que presentar lo que el autor de Hebreos llama “los primeros rudimentos de las palabras de Dios” (Hebreos 5:12) o “los rudimentos de la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1). El arrepentimiento, la fe en Dios, el bautismo, entre otras muchas cosas, fueron aquellos rudimentos que nos fueron enseñados como infantes en el evangelio. En base a ese cambio operado por el nuevo nacimiento en nuestra vida y en base a esos rudimentos de la fe que nos fueron enseñados dimos nuestros primeros pasos en la sabiduría de la cruz del Cristo crucificado. ¿Cuántas veces no nos caímos por el camino porque no sabíamos bien, bien cómo proceder? ¿Cuántas veces debieron de tener paciencia con nosotros aquellos cuya madurez era mayor que la nuestra en el evangelio? ¿Cuántas veces nuestras actitudes no reflejaban esa sabiduría del evangelio de gracia y fe? Así como los padres deben armarse de paciencia con el periodo de la infancia de sus hijos - y no quiero entrar en la adolescencia - de igual manera la paciencia debe estar presente hacia aquellos que son infantes en el evangelio. Esa falta de madurez no era un problema en el periodo de la infancia en Cristo, ahora bien, el problema y la tristeza surgen cuando uno al cabo de los años sigue viviendo en la infancia de Cristo.
MARTES

Leer: 1ª Corintios 3:1-9

Meditar: ¿Cómo entiendes la idea de “espirituales” y “carnales” en los versículos? ¿Cómo crees que Pablo explica la idea de “carnales” en los vv.1-3? ¿Cómo se demuestra que los Corintios eran poco maduros en el evangelio? ¿Quién es más el que planta o el que riega? ¿Quién es el que debe de ser considerado por encima de todo?

Orar: Pide a Dios que en su gracia te ayude a madurar en el evangelio de Cristo. Pide que tanto tú personalmente como tu congregación puedan madurar en el evangelio y no caer en celos y divisiones que desunen a la iglesia.


MIÉRCOLES

Leer: Efesios 4:11-16

Meditar: ¿Qué es aquello que el Cristo resucitado a dado a su iglesia? ¿Para qué han sido dados estos dones a la iglesia? ¿Cuál es el fin al que tiene que llegarse? ¿Dónde está la idea de madurez y crecimiento en el texto? ¿De qué manera debe crecerse y madurar?

Orar: Da gracias a Dios por los dones que él ha dado en las personas de evangelistas, pastores y maestros a tu iglesia. Pide a Dios que tu iglesia pueda madurar siguiendo la verdad en amor cada uno ejerciendo en unidad el don que le ha sido dado y perfeccionado por la verdad.


JUEVES

Leer: Hebreos 5:7-14

Meditar: ¿Qué está explicando el autor en los vv.7-11? ¿Crees que los hebreos deberían saber ya eso? ¿Cómo define la situación de algunos hebreos el autor? ¿Cuál era el problema y la situación triste mostrada en los hebreos? ¿Para quién es la leche y para quién es el alimento sólido? ¿Cuál crees que es la problemática de ser niño o inexperto en la palabra de justicia?

Orar: Pide a Dios que te ayuda a madurar en su palabra. Sabiendo que la madurez en la palabra de justicia afectará a tu vida diaria, pide por la gracia de Dios para madurar en la palabra para vivir justamente en base a ella.


VIERNES

Leer: Hebreos 6:1-3

Meditar: ¿Qué es aquello que debe dejarse a tras? ¿A qué estamos llamados como cristianos? ¿Cuáles son los fundamentos que no deben establecerse nuevamente? ¿De qué depende según el v.3 lo que se está proponiendo en estos versículos?

Orar: Ora a Dios para que tanto tú personalmente como tu iglesia puedan cumplir el llamado de Hebreos 6:1, ir adelante a la perfección. Sabiendo que depende siempre de la voluntad de Dios, pide que sea él quien haga esto posible.


SÁBADO

Leer: 1ª Corintios 14:20

Meditar: ¿Cuál es el contexto general de 1ª Corintios 14? ¿Qué problema crees que había con los dones en Corinto? ¿En qué no debemos ser como niños o infantes? ¿En qué si debemos ser como niños?

Orar: Pide a Dios que tu madurez se muestra en tu manera de pensar en el evangelio de Cristo. Maduro en como ejerces y vives tu fe no para los intereses y gloria de uno sino para el bien de los hermanos. Pide a Dios que si has de ser como niño, lo seas en la malicia
Haz el esfuerzo de contemplar tu crecimiento en el evangelio desde el día que naciste de nuevo hasta ahora. ¿Cómo ha sido esta madurez? ¿Ha habido crecimiento en tu vida en la sabiduría de la cruz? ¿Cuáles son aquellas áreas de tu vida que todavía se aferran a esa infancia en Cristo?
No olvides nunca que el evangelio es el poder de Dios que te salvó pero también el poder que te permite madurar en tu fe.  Por lo tanto, como dice el autor de Hebreos
“por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección…”
(Hebreos 6:1).
      Las palabras de Pablo al final del v.2 son tristes y amargas “ni sois capaces todavía”. ¿Qué pasó con los Corintios? La tristeza reside en que en nada habían madurado. No podían comer las viandas sólidas del evangelio de Cristo cuando eran infantes y ahora seguían igual. No había habido crecimiento, no había habido madurez en ellos ¿dónde se veía eso en ellos? Había celos, contiendas, disensiones, falta de unidad, todo un currículum que hablaba de su falta de madurez en el evangelio de Cristo, eran como un pequeño parvulario en Corinto que llevaba el nombre de Cristo.
      El paso de los años no era garantía de madurez en el evangelio. Podían llevar ya sus años en el evangelio pero su madurez no había brotado, seguían infantes en Cristo y eso era un problema doble. Por un lado, algo mal estaba en ellos que no maduraban. Por otro lado, ahora en un tiempo donde debían ser maduros eran plenamente responsables de su inmadurez en el evangelio y eso se mostraba en su vida y relaciones los unos con los otros. Los años en el evangelio deberían ser seña de madurez en el mismo pero no es así. Podemos llevar años en el evangelio de Cristo y como los Corintos seguir siendo infantes en Cristo y en esta situación somos plenamente responsables de ello. Entristece profundamente ver actitudes y escuchar palabras que son más propias de la inmadurez que no de la madurez en el evangelio. Ante esto uno se pregunta e incluso llora diciendo ¿por qué Señor? ¿Por qué es así? ¿No deberíamos haber ya superado esos rudimentos de la fe?