LA BIENAVENTURANZA DE LA IRRESISTIBILIDAD
“Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios;
seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo”
(Salmo 65:4)

      ¿Qué pensaríamos si se diese el supuesto que un personaje famoso pudiese llegar a escogernos para compartir lugar en su mansión? ¿Cómo nos sentiríamos si el rey de un país tuviese en bien mostrar su favor hacia nosotros habiéndonos escogido y llamado para poder vivir en su castillo? ¿Cuál sería nuestra respuesta al saber que de manera inmerecida el favor de ese rey ha sido derramado sobre nuestra persona y ha tenido en bien llamarnos de una manera que era imposible resistir por nuestra parte para así poder entrar con confianza a la cambra de la majestad y gozar y ser saciados de los bienes disponibles en su casa? Posiblemente la respuesta sería el sentirse bienaventurado por tal bendición inmerecida. Sin lugar a dudas debería haber una actitud que fuese la respuesta a esa gran bienaventuranza de haber sido escogido y atraído por el rey para para poder participar y ser saciado de los bienes que en la casa de la majestad abundan. En cierta manera esta realidad es expuesta en el Salmo 65.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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“Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti”. Quizás podrás preguntarte ¿cómo saber esto? Déjeme que te deje con las palabras de Andrew Fuller: “No te preguntes si eres escogido o no, obedece a lo que Cristo Jesús dice ‘arrepiéntete y cree en el evangelio’ y así probarás tu elección”. Así probarás la realidad de la bienaventuranza de la irresistibilidad.  
MARTES

Leer: Salmo 65

Meditar: ¿En qué dos partes divides este salmo? ¿Qué imagen da el v.1 en relación a Dios? ¿Por qué crees que el salmista da alabanza a Dios en los vv.1-6? ¿Cuáles son los motivos de alabanza a Dios en los vv.7-13?

Orar: Bendice a Dios y dale la alabanza porque el es Rey, porque él es quien escoge y atrae a los suyos y porque en su gracia sustenta toda su creación.


MIÉRCOLES

Leer: Efesios 1:3-14

Meditar: ¿Cuál es la actitud de Pablo de todo lo que sucede en estos versículos según el v.3? ¿Cuál es la primera bendición mostrada en los vv.4-5? ¿Quién es el responsable de la elección? ¿Cuándo se produjo la elección? ¿Crees que hay algún propósito en la elección de Dios? ¿En quién se produce la elección? ¿Qué es necesario escuchar y creer para que todo esto sea una realidad según el v.14?

Orar: Bendice a Dios porque por todas y cada una de las bendiciones descritas en estos versículos. Puedes tomar cada una de esas bendiciones (elección, redención, el sello del Espíritu…) y hacerlas motivos de bendición y gratitud a Dios.


JUEVES

Leer: Juan 6:34-45

Meditar: ¿Cómo se define Jesús? ¿Qué sucede con todo lo que el Padre da al Hijo? ¿Cuál es la voluntad del Padre? ¿Qué hicieron aquellos que escuchaban a Jesús en los vv.41-42? Ante la murmuración que responde Jesús en los vv.43-45? ¿Cuál es el problema presentado y la solución en el v.44? ¿Consideras esta sección como una muestra del llamado eficaz de Dios?

Orar: Da gracias a Dios porque sabiendo que no hubieses podido nunca llegar a Cristo, el Padre fue quien te llevó a él de manera eficaz e irresistible.


VIERNES

Leer: Génesis 25:23; Romanos 9:8-16

Meditar: ¿Qué sucede en Génesis 25:23? ¿Cómo interpreta Pablo la historia de Jacob y Esaú? ¿Cuál es el motivo por el cual Dios escogió a Jacob sobre Esaú según el v.11? ¿Crees que hay injusticia en que Dios escogiese a Jacob sobre Esaú según el v.14? Si no hay injusticia en la elección ¿Qué hay entonces según el v.15? ¿Cómo es la elección descrita según el v.16?

Orar: Bendice a Dios porque su elección es soberana y depende únicamente de él y no de nada en nosotros. Bendice a Dios porque su elección no muestra injusticia en él sino misericordia y compasión hacia aquellos que no merecíamos ser escogidos para ser sacados de nuestra justa condenación por el pecado.


SÁBADO

Leer: 2ª Timoteo 1:9-10

Meditar: ¿Quién es aquel que nos salvó y nos llamó? ¿Cómo nos llamó Dios? Su gracia fue el elemento que motivó el llamado de Dios ¿cómo es descrita esa gracia? ¿Dónde se muestra esa gracia según Pablo?

Orar: Alaba a Dios y reconoce que la alabanza es solo suya por la gracia que él derramó en tu vida en Cristo Jesús. Bendice a Dios porque esa gracia forma parte de el llamado y salvación en Cristo Jesús que Dios obró en tu vida. 
      El Salmo 65 es un salmo que ha sido considerado por encima de todo como un salmo de adoración y de alabanza. Fue un salmo compuesto, entro otras muchas cosas, cuando la misericordia de Dios despertó en el salmista un espíritu de gratitud, reconocimiento y alabanza “tuya es la alabanza en Sion, oh Dios, a ti se pagarán los votos” (v.1). El salmista sin duda alguna determina que la alabanza en el monte santo le pertenece únicamente a aquel que es Rey de reyes. La alabanza no es de ningún otro sino de Dios “tuya es la alabanza en Sion, oh Dios”. Ahora bien, ¿por qué es únicamente a Dios a quien le pertenece la alabanza? Todo el Salmo 65 es la respuesta a esta pregunta.
      Los vv.1-6 manifiestan en una oración que la alabanza es solamente de Dios porque él es quien perdona las rebeliones de los suyos (v.3), Dios es quien escoge y atrae a su santo templo (v.4), el Altísimo es quien responde con justicia (v.5), en definitiva, Dios es “Dios de nuestra salvación” (v.6). Los vv.7-13 describen a Dios como aquel que venció a las aguas del caos en la primera creación, él es quien en su gracia común visita la tierra y la riega (v.9), es quien corona el año de bienes (v.11), es quien ciñe los collados de alegría (v.12) y es quien, al final de los tiempos hará que el río que regó el jardín del Edén vuelva a regar una nueva creación (vv.9-13). Todo el Salmo es una exposición de porqué la alabanza es solamente de Dios. De todos estos motivos expuestos, hay uno que es expresado en forma de bienaventuranza que bien podría ser llamada “la bienaventuranza de la irresistibilidad”. Es bienaventurado aquel que Dios escoge y atrae a él mismo “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios; seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo”. Dos cosas hay en esta bienaventuranza que la hacen la bienaventuranza de la irresistibilidad. Primero, es bienaventurado aquel que ha sido escogido e irresistiblemente atraído a Dios. Segundo, es bienaventurado porque el propósito es habitar y ser saciado de las bendiciones de la casa de Dios.


      Hay muchas bienaventuranzas en la Biblia pero la expuesta en el Salmo 65:4 sitúa como bienaventuranza dos bendiciones que bien pueden ser consideradas dos bendiciones de la aplicación de la salvación que Dios opera en su pueblo, la elección y la gracia eficaz o irresistible de Dios. No es de extrañar que dicho salmo haya sido entendido por algunos como un salmo que “en su primera referencia contiene a la distancia una alusión profética de la bendición de la redención”. Aun y cuando la doctrina de la elección ha causado y sigue causando dentro de la historia de la iglesia un amplio y - en ocasiones - acalorado debate, lo cierto es que las palabras del salmista no dan lugar ni intención a debate. Bienaventurados son aquellos que han sido escogidos por Dios. La elección es descrita en este versículo no como asunto de debate sino como bienaventuranza. La elección supone para la vida del escogido, no primeramente un laberinto de preguntas teológicas, callejones sin salida, reflexiones existenciales y cuestiones de saber que pasará con unos y con otros. La elección comporta un clamor de alabanza a Dios y de bienaventuranza en la vida del escogido. El Rey de Sion a quien le pertenece la alabanza en su soberanía escoge a los suyos, y, por tanto, aquellos escogidos son sin duda alguna bienaventurados ¿por qué? Por el simple hecho que no había ninguna razón en ellos para que Dios los escogiese.
      De entre muchos candidatos a un trabajo, suele escogerse a aquel o aquella que por curriculum mejor cumple las expectativas del sitio de trabajo, ahora bien, la elección de Dios no es así. Pregúntate lo siguiente ¿qué podrías ofrecer a Dios quien es perfecto en sí mismo? ¿En qué podrías, siendo tú imperfecto, contribuir a esa perfección de Dios? ¿Qué podrías ofrecer que el cielo no tuviese ya? La respuesta es nada, por eso la elección de Dios es soberana e inmerecida para el escogido. No hay nada en el curriculum de nuestra vida que forzase o condicionase a Dios a escoger a unos y dejar a otros. Todo lo contrario, tenemos lo suficiente en el curriculum de nuestra vida para que el soberano Dios desde la Sion celestial nos dejase descender a la condenación. Por eso la elección es sin duda alguna una bienaventuranza para la vida del escogido. Sin merecerlo el favor de Dios fue derramado en su elección desde antes de todos los tiempos. Quizás alguno clamará “¡es totalmente injusto!” ¿Seguro crees que hay injusticia en que Dios escoja a condenados justamente? Más bien esa elección no deja ver injusticia pero sí misericordia y soberanía “tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca” (Romanos 9:15). ¡Cuan bienaventurado es uno de saber que Dios ha tenido misericordia y compasión de él! Ahora bien, la elección no es un fin en sí mismo, la bienaventuranza del salmo recae sobre otra cosas más, escogidos y atraídos. El salmista determina que es “bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti”.


      Es un pack inseparable en las Escrituras y en las bendiciones de la salvación, los escogidos son atraídos a Dios y son atraídos de manera irresistible a Dios, es decir, no pueden resistir el llamado de la gracia divina para acudir a aquel que los atrae a él. Elección comporta atracción ¿cómo es esto posible? ¿Puede Dios atraer a alguien en contra de su voluntad? Lo cierto es que Dios no atrae contrario a la voluntad de nadie. La atracción de Dios, el llamado irresistible, la gracia eficaz, llámese como uno quiera, comporta que a su debido tiempo y por el mensaje del evangelio, cuando la gracia de Dios es depositada sobre aquellos que él ha escogido, esa gracia cambia un corazón de piedra que no sentía ni quería a Dios en un corazón de carne que busca a Dios, hace que esa voluntad e incapacidad muertas, por un nuevo nacimiento nazcan y una capacidad y voluntad de buscar a Dios existan como algo nuevo, de tal manera que cuando Dios llama, uno responde afirmativamente. La gracia eficaz implica que llevará a cabo su trabajo y no habrá nada ni nadie que puede evitar que el escogido sea atraído por y hacia Dios. Dios no fallará en atraer a los suyos por esta razón es “la bienaventuranza de la irresistibilidad”. Ciertamente hay misterio en ello y esto hace que uno pueda exclamar frente a estas verdades como el ciego de nacimiento “una cosa sé, que habiendo sido ciego, ahora veo” (Juan 9:24). El salmista lo tenía claro, “bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti” y así es como debemos tenerlo todos aquellos que estas verdades por la gracia de Dios nos han sido aplicadas a nuestra vida “bienaventurados somos por la gracia de Dios”. Esto es así porque al fin y al cabo el propósito de estos bienaventurados es habitar y ser saciados en la casa de Dios.
      Posiblemente la grandeza de esta bienaventuranza reside en su propósito “para que habite en tus atrios; seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo” ¿Por qué Dios escoge y atrae a los suyos? El salmista entiende que no hay mayor bienaventuranza que morar y ser saciado de la casa y templo de Dios. Dios escoge y atrae porque quiere que los suyos disfruten de las delicias celestiales, porque quiere que los suyos sean saciados de las viandas del cielo mismo, porque quiere a los suyos en su casa, porque quiere tener con él aquellos que son su herencia, porque quiere que aquellos que él amó desde antes de todas las cosas, que amó hasta la muerte de cruz sean saciados de ese amor eternamente en las moradas celestiales.