TODO LO SUCEDIDO ES PARA EL EVANGELIO
“Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido,
han redundado más bien para el progreso del evangelio”
(Filipenses 1:12)

      En muchas ocasiones resulta complicado poder entender que las cosas que suceden en la vida de uno redundan para el bien de algo. Al mismo tiempo también resulta difícil hacer entender a todos aquellos que le rodean a uno la verdad de que todo lo acontecido y sucedido contribuye a algún tipo de bien concreto o determinado. Por un lado, si uno cree que todo nuestro mundo se mueve por la ley de la casualidad, entonces el horizonte de todo aquello sucedido en la vida de uno es un horizonte negro y triste. No hay seguridad de saber que en todo lo sucedido hay algún propósito o bien, simplemente las cosas se dan como se dan. Por otro lado, si uno cree que todo el universo se rige por la ley impersonal del karma, el horizonte no es mucho mejor ya que una ley impersonal como la del karma no entiende de propósitos ni tampoco entiende del bien para nada o para nadie. Por el contrario, la visión bíblica determina que todo nuestro mundo no se rige por casualidades, no se rige por leyes impersonales, más bien es regido por un Dios Creador y Soberano que providencialmente controla los asuntos de este mundo y de la vida de los suyos para el cumplimiento glorioso de su plan decretado. El apóstol Pablo tenía bien claro que todas las cosas acontecidas en su vida sucedían para un propósito claro y glorioso “quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio” (Filipenses 1:12).


      Las palabras del apóstol Pablo son de gran consuelo y ánimo para la vida de cualquier creyente. Es reconfortante escuchar que todo lo sucedido en la vida de Pablo, incluso sus cadenas y prisiones redundaron para algo glorioso y sublime, redundaron para el progreso de aquello que es el cumplimiento mismo del plan redentor de Dios, el evangelio de Cristo. Ciertamente no es una visión fácil de tener, pero es una visión que como creyentes debemos aprender del apóstol Pablo. Debemos ver lo sucedido en nuestras vidas a través de la gloriosa cruz de Cristo, a través de la gran realidad de entender como todo lo sucedido, en especial las circunstancias difíciles que podemos encontrar sin sentido y en ocasiones injustas en nuestras vidas, redundan para el progreso del evangelio. Pablo nos enseña tres cosas, primero lo importante de hacer saber el propósito de aquello que nos sucede. Segundo, el entender que todo lo sucedido redunda para el bien mayor del evangelio y tercero considerar que el evangelio es el centro vital de todo lo que nos sucede.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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      ¿Cuántas veces nos hemos preguntado el porqué de muchas cosas acontecidas en nuestra vida? ¿Cuántas veces nos hemos planteado el porqué de situaciones que, a nuestro parecer, no tienen ningún propósito aparente? ¿Cómo es posible que ciertas situaciones difíciles o tribulaciones puedan favorecer algo en la vida personal de uno o en la vida de los demás? ¿Quién podría decir que todo lo que me ha sucedido, especialmente aquellas cosas difíciles, ha redundado para el bien de alguna cosa?
      Las primeras palabras de Pablo son llamativas y al mismo tiempo llenas de gran carga pastoral y preocupación por su audiencia “quiero que sepáis, hermanos”. Para Pablo la iglesia que se encontraba en Filipos era una iglesia querida en gran manera. Desde el inicio de su ministerio Filipos había sido una congregación que había colaborado con Pablo en la extensión del evangelio. Los Filipenses fueron una congregación que al principio de la predicación del evangelio, cuando ninguna iglesia participó con Pablo, ellos participaron en razón de dar y recibir para la proclamación de Cristo (Filipenses 4:15). Ahora noticias les habían llegado que Pablo estaba en la cárcel en Roma, las prisiones y las cadenas eran lo que marcaba la situación del apóstol en esos momentos (Filipenses 1:7, 13). ¿Cómo podía ser eso posible? ¿Cómo un siervo de Cristo cuya vida giraba en torno al evangelio y la proclamación de Cristo podía estar en una situación así? ¿Qué sería ahora de él? Y es más ¿qué sería de ese evangelio que dependía de la proclamación del apóstol? Ante una situación así Pablo les dice “quiero que sepáis, hermanos”. Pablo hará partícipes a los Filipenses de su situación, pero siendo más concretos, Pablo les hará partícipes de cómo deben entender lo que ha sucedido en su vida, cómo deben entender la difícil y terrible situación de las prisiones de Pablo. Quizás podríamos preguntarnos ¿hay alguna manera positiva de entender algo así? ¿Hay alguna manera positiva de poder entender desgracias o situaciones de dificultad y sufrimiento en nuestra vida?  Ciertamente la hay y aquí surge la pregunta ¿cómo debemos entender esas situaciones? ¿Qué conocimiento presentado por Pablo debemos aplicar? “quiero qué sepáis hermanos, que las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el progreso del evangelio”.


      Sin duda alguna la visión de Pablo giraba entorno a entender que todo lo sucedido en su vida servía para un fin mayor, el progreso del evangelio de Cristo. Si los Filipenses habían colaborado con Pablo en la predicación del evangelio ahora Pablo les hace saber que ni las prisiones han podido frenar el avance y el progreso del evangelio. Lo sucedido en su vida redundo más bien para que el evangelio siguiese progresando hasta el punto que en todo el pretorio romano resonase que esas prisiones de Pablo eran para el testimonio de Cristo (Filipenses 1:13). El evangelio progresó hasta el punto que penetrase la casa de César y muchos de la casa de ese señor del primer siglo quedasen rendidos al Señor delante del cual toda rodilla se doblará (Filipenses 4:22). Ciertamente el apóstol podía estar encarcelado, ciertamente las cadenas podían ser aquellos tiranos que le encadenaban y restringían en la proclamación del evangelio pero ciertamente la palabra de Dios no estaba encadenada. ¿Quién puede encadenar al glorioso evangelio de Cristo? ¿Quién puede encadenar el progreso y la revelación del poder de Dios para salvación? No ha habido ni nunca jamás habrá cadenas suficientemente fuertes ni imperios suficientemente poderoso que puedan encadenar el progreso del evangelio de Cristo, la revelación de su justicia y poder para salvación. Saber esto es de gran consuelo, poder entender lo sucedido en nuestra vida con la visión de Pablo es de gran fortaleza en momentos de dificultad.
      Sin duda alguna no es fácil pero debemos saber lo que Pablo quiso comunicarles a los Filipenses, las cosas que suceden en nuestra vista deben ser consideradas bajo la visión del testimonio del evangelio y de Cristo. Uno se pregunta ¿cómo un accidente sucedido en la vida de uno redunda para el progreso del evangelio? Pregunta difícil pero Pablo nos da el conocimiento de entender lo sucedido en nuestra vida. Ya sea para mostrar a otros la protección divina en Cristo, ya sea para mostrar a otros como las tribulaciones trabajan para una esperanza que no avergüenza en nuestra vida, una esperanza segura y firme en Cristo. Ya sea para mostrar a otros como Cristo también estuvo sometido a las mismas tribulaciones para salvar a aquellos que nada podíamos hacer. Ya sea para en medio de esa dificultad mostrar que nada nos separará del amor que Dios ha mostrado entregando a su Hijo a morir por pecadores como nosotros. Ya sea para experimentar esa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, “las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el progreso del evangelio”. Ese “quiero que sepáis, hermanos” reconozco que no resulta fácil muchas veces pero nos da la perspectiva correcta de cómo considerar las cosas en nuestra vida. Que importante es que miremos lo sucedido en nuestra vida a través de la cruz y el progreso providencial del evangelio. Que importante es que leamos los eventos de nuestra vida considerando como han contribuido en la providencia divina a que Cristo sea proclamado frente a los demás. Pregúntate, ¿cómo lo sucedido en tu vida redunda para el progreso del evangelio? ¿Examina delante de Dios lo sucedido y pregunta a Dios, “Padre, muéstrame y muestra a los demás como lo sucedido redunda para la proclamación de tu Hijo”.
Que gozo saber que la vida de un ministro de Cristo y la vida de todo creyente resulta en lo bueno y en lo malo para que lo más glorioso y precioso que hay progrese. Que gozo es saber que todo lo sucedido en la vida de un creyente en la sabia providencia de Dios no queda en vano sino que redunda más bien para el progreso del evangelio. Por ello, sea por lo que sea, de todas maneras o por pretexto o por vedad, Cristo es anunciado; y en esto nos gozamos y nos gozaremos aún. 
MARTES

Leer: Filipenses 1:12-26

Meditar: ¿Qué es aquello que Pablo quiere que los hermanos sepan? ¿Cuál es la situación de Pablo según evidencias de los versículos? ¿Cómo contribuyó la situación de Pablo al progreso del evangelio? ¿Por qué se goza Pablo? ¿Cuál es elemento central en la vida de Pablo?

Orar: Da gracias a Dios porque las cosas que acontecen en tu vida no son casualidades. Pide a Dios que en todo lo sucedido él te permita ver como contribuye al progreso del evangelio.


MIÉRCOLES

Leer: Romanos 5:1-8

Meditar: ¿Qué dos resultados o bendiciones son dadas a raíz de haber sido justificados por la fe? ¿Qué es en aquello que los justificados por la fe pueden gloriarse? ¿Cómo crees que uno puede gloriarse en las tribulaciones? ¿Por qué podemos gloriarnos en las tribulaciones como creyentes? ¿Qué tipo de esperanza tenemos?

Orar: Ora a Dios dando gracias porque las tribulaciones sirven para la esperanza que tenemos como creyentes. Pide a Dios que incluso en las tribulaciones difíciles de pasar él te ayude a ver y aprender a que ellas son herramientas en sus manos para producir en el creyente una esperanza que no avergüenza.


JUEVES

Leer: Romanos 8:18-39

Meditar: ¿Qué es aquello que Pablo está comparando en estos versículos? ¿Cuál es la esperanza que tenemos como creyentes? ¿Por qué crees que las aflicciones presentes son nada comparados con la gloria venidera? ¿Qué función crees que tienen los vv.26-27? Repasa los vv.28-39 y trata de identificar aquellos aspectos que te hablan de la seguridad de salvación.

Orar: Bendice a Dios porque el permite que podamos comparar la realidad de las aflicciones presentes en nuestra vida con la gloria que nos está guardada. Bendice a Dios porque no habrá tribulación o cosa que suceda en tu vida que pueda separarte del amor de Dios en Cristo.


VIERNES

Leer: Salmo 13

Meditar: ¿Cuál es el clamor del salmista? ¿Cuáles son las preguntas que el salmista hace a Dios? ¿Te identificas con alguna de ellas? ¿Cuál es la petición del salmista? ¿Dónde está la confianza del salmista? ¿Qué es lo que la salvación de Dios lleva al salmista? ¿Cómo crees que este salmo te dirige a Cristo?

Orar: Clama a Dios en tus situaciones difíciles como lo hizo el salmista. Pide a Dios que tu confianza no sean tus fuerzas sino su misericordia y alaba a Dios en base a su gran salvación obrada en Cristo. En él Dios obró miró y respondió al clamor de aquellos angustiados. 


SÁBADO

Leer: Salmo 16

Meditar: ¿Cuál es la petición de David? ¿Dónde se encuentra el bien para David? ¿Cuál es la diferencia entre los justos y los que sirven a otros dioses? ¿Cuál es la herencia de David? A partir del v.7 ¿cuál es la relación entre David y Jehová?

Orar: Pide a Dios que en tu vida haga crecer un sentir real de que tu bien se encuentra siempre en él y que Dios es tu herencia. Pon a Dios siempre delante de Dios en tus pensamientos, palabras y acciones.