LA OFRENDA
DE LA TARDE
“Suba mi oración delante de ti como el incienso.
El don de mis manos como la ofrenda de la tarde”
(Salmo 141:2)
      Hay un don dado por Dios a sus hijos que les permite cruzar los atrios celestiales para llegar a la presencia misma de Dios, ese don es la oración. El puritano Thomas Brooks en su tratado sobre la oración la define como “el remedio soberano y el antídoto más precioso de parte de Dios prescrito contra toda plaga que se levanta en medio de nosotros”. Sin duda alguna, las palabras de Brooks describen a la oración de una manera maravillosa, “el remedio soberano” y “el antídoto más precioso prescrito por Dios”. Dios en su soberano y perfecto designio decretó el medio de gracia de la oración como aquel remedio y antídoto prescrito directamente desde el cielo para - entre otras muchas cosas - poder ser usado como una ofrenda delante de Dios. ¿Quién podría imaginarse que el Dios altísimo pudiese abrir los secretos del cielo mismo entregando a sus hijos la llave de la oración? Así como al Cristiano del Progreso del Peregrino le fue entregada la llave de la oración que le permitió salir de la celda en la cual se encontraba, Dios ha dado la llave de la oración a sus hijos, una llave que pude y debe ser usada en todo lugar, en todo tiempo y en toda situación. David sabía muy bien la importancia de la oración, sus salmos registrados por inspiración en la Biblia son muchos de ellos oraciones levantadas delante de Dios. Oraciones que alababan, oraciones que clamaban, oraciones que anhelaban, oraciones que pedían y oraciones que confiaban. El Salmo 141:2 refleja precisamente el anhelo que David tenía de que su oración llegase delante de Dios como una ofrenda vespertina “suba mi oración delante de ti como el incienso. El don de mis manos como la ofrenda de la tarde”. De manera muy sencilla pero profunda David nos da uno de los tesoros del reino, el tesoro de la oración. En sus palabras David muestra, primero, el anhelo que la oración llegue delante de Dios y segundo la manera en cómo dicha oración desea que llegue a Dios.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
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      El anhelo o clamor de David no es un clamor o anhelo injustificado sino todo lo contrario. Entender el contexto de dicho salmo permite considerar la importancia del anhelo de David. Aun y cuando no existe consenso en el contexto histórico del Salmo, muchos opinan que los diez años de persecución que David y sus fieles sufrieron a manos del rey Saúl están detrás de dicho salmo (1 Samuel 24; 25). Durante esos años, David y los suyos fueron privados de la adoración que solo de manera legítima podía darse en el tabernáculo de Dios. Fueron años en los que los labios y el corazón de David podían guardar resentimiento y maldad contra Saúl y su banda de “camorristas” (v.3) y sus manos podían estar listas para obras impías e injustas (v.4) en lugar de ser levantadas como una ofrenda a Dios. Las puertas del tabernáculo, de la tienda de adoración donde Dios moraba y la presencia del Altísimo era real habían sido cerradas para David. ¿Cómo acercarse a Dios si el tabernáculo quedaba lejos?, ¿Cómo acercarse a él si no podían acercarse al lugar donde Dios moraba para ofrecer las ofrendas estipuladas y pertinentes?, ¿Cómo guardar su boca y sus manos de palabras y actos no deseados en esos momentos?. David usó, en palabras de Thomas Brooks, “el remedio soberano y el antídoto divino prescrito por Dios”, la oración. 
Las palabras de David sitúan a la oración dentro del contexto de las ofrendas que eran ofrecidas por la tarde en el santuario divino. La “oración” que David anhela que suba delante de Dios es entendida como “el don de mis manos”. Como si de la ofrenda vespertina en el santuario se tratase, David ofrece su oración delante de Dios ¡qué maravillosa imagen de la oración! Cómo si del adorador se tratase, David lleva en sus manos las peticiones que ofrecerá como ofrenda a Dios. Sus manos no estaban cargadas de incienso literal para ofrecer ofrenda, sus manos no estaban cargadas de carne para ser ofrecida como ofrenda, pero sus manos sí estaban cargadas del peso de su oración entregada delante de Dios.
      La oración es entregada única y solamente a Dios, nunca la oración es usada para ser vista de los hombres, no hay otro rostro delante del cual la oración deba de ser entregada que no sea el rostro de nuestro Dios. No es de extrañar que existiese un anhelo en David que su oración o el don de sus manos llegase a Dios ¿cómo podía esa oración llegar cuando no había altar en el cual ofrecer esa ofrenda? ¿Cómo podía esa oración llegar cuando no había tabernáculo en el cual entrar? Debido a esto David anhela y desea “suba mi oración, el don de mis manos delante de ti”. Suba mi oración a ti Señor para que guardes mi boca y mis labios, para que guardes mis majos de actos impíos. No había altar para ofrecer esa ofrenda de oración pero David la presentó anhelando que llegase a los atrios celestiales. Qué gran privilegio es saber que el anhelo de David es una realidad cumplida en Cristo.


      No es necesario un altar físico para poder levantar el don de la oración a Dios. No es necesario un lugar concreto donde ofrecer el don de nuestras manos a Dios. El lugar santísimo fue abierto por Cristo a nuestro favor y su mediación es continua a la diestra de la Majestad. Hemos sido hechos el templo vivo y santo donde ofrecer sacrificios de adoración y alabanza a nuestros Dios ¿qué mayor altar podríamos desear para que nuestra oración llegase al trono de gracia que el altar levantado en el monte Calvario? ¿Qué mejor templo para ofrecer el don de nuestras manos llenas de nuestras oraciones que el templo de piedras vidas engastadas en Cristo nuestra piedra angular? David podía encontrarse lejos del tabernáculo pero no lejos de ofrecer su oración a Dios. De igual manera nosotros debemos saber que nunca estaremos lejos de aquel que desde el cielo nos prescribió su antídoto divino para nuestras vidas. Siendo así ¿no debería ser nuestro anhelo el mismo anhelo que el de David “suba mi oración delante de ti”?  Habiendo Cristo abierto el lugar santísimo y traído la hora donde los adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad en cualquier sitio ¿no deberíamos anhelar y creer que nuestras oraciones suben delante del rostro de nuestro Dios? ¡Cuánto más deberíamos entregar el don de nuestras manos llenas de nuestras oraciones delante de Dios! Porque entre todos los dones de adoración que podemos dar a nuestro Dios, la oración es uno de ellos.
      David deseaba que su oración o el don de sus manos llegase “como el incienso”, “como la ofrenda de la tarde”. Siguiendo con el contexto de la ofrenda ofrecida en el santuario, David muestra que su oración es su ofrenda de la tarde a Dios. La oración no es para David una obligación, no es uno de los requisitos de necesario cumplimiento delante de Dios, la oración es mucho más que esto, la oración es adoración a Dios, es ofrenda de adoración ofrecida en el altar de la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Llegó la ofrenda de la tarde y el incienso que subió a la presencia de Dios fue el incienso de la oración de David. David clamó que como su ofrenda de la tarde su oración llegase como olor de incienso aceptable a Dios.
      El incienso subía delante de la presencia de Dios como olor fragante y agradable y David deseaba que su oración no fuese fuego extraño de adoración a Dios sino todo lo contrario. El fuego extraño nunca era ofrenda aceptada por Dios, siempre era rechazada, pero no así las oraciones de los santos. El eco de las palabras de David resuena en Apocalipsis 5:8 donde los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero y tenían en sus manos “copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”. ¡Cuánto podía ser que la oración de la ofrenda de la tarde de David estuviese contenida en una de esas copas de oro! Cierto es que podemos ofrecer fuego extraño al orar como los escribas y fariseos hacían, con una justicia hipócrita, cierto es que una oración así no queda contenida en copas de oro llenas de incienso para el Cordero. Nuestras oraciones deben ser nuestra ofrenda de adoración a Dios, ofrenda contenida en copas de oro llenas de incienso agradable a nuestro Dios. Ofrenda de la tarde lavada por la sangre de Cristo.
La oración es sin duda alguna una ofrenda y sacrificio espiritual que demanda toda nuestra consagración. Haz que tus oraciones sean la “ofrenda de la tarde” delante de Dios. Ofrece ofrenda matutina y vespertina delante del trono de la gracia sabiendo que en todo lugar y tiempo puedes hacerlo. Haz de tu adoración personal, familiar y congregacional una adoración perfumada con el incienso de tus oraciones delante de Dios. 
MARTES

Leer: Job 42:1-9

Meditar: ¿Considerarías las palabras de Job una oración delante de Dios? ¿Encuentras alguna referencia en los versículos leídos que te digan que son una oración? ¿Cuál es el contenido básico de la oración de Job? ¿Cómo crees que Jacob había oído de Dios de oído mas ahora sus ojos lo veían? ¿Cómo responde Dios a la oración de Job según los vv.8-9?

Orar: Pide a Dios como Job hizo que tu oración sea dirigida a Dios como tú Dios personal, aquel que nos solo has oído de él sino que también lo has visto y conocido. Ora alabando a Dios porque él es quien todo lo puede y no hay pensamiento que se esconda de él. Sabiendo que nada se esconde de Dios, haz de tu oración una oración de arrepentimiento delante del Dios que todo lo puede y ha hecho maravillas.


MIÉRCOLES

Leer: Salmo 4

Meditar: ¿Para qué debe tener Dios misericordia según David? ¿Cuál es la queja del salmista según el v.2? ¿A quién escucha Dios según David? ¿A qué llama David a partir de los vv.4-5? Según todo el salmo ¿por qué crees que David puede acabar diciendo que en paz se acostará y asimismo dormirá?

Orar: Pide a Dios en oración que él escuche tu oración. Pide a Dios que tu vida sea una vida de piedad sabiendo que él ha escogido al piadoso para escuchar su clamor. Confía en Jehová y ofrece ofrenda vespertina sabiendo como el salmista dice que en paz se acostará uno.


JUEVES

Leer: Proverbios 15:7-8

Meditar: ¿Qué diferencia hay entre la boca de los sabios y de los impíos? ¿Qué te dice sobre la oración el paralelo en el v.8 entre sacrificio y oración? ¿Cómo considera Dios el sacrificio de los impíos? ¿Cómo considera Dios la oración de los justos? ¿Qué crees que el v.8 está diciendo en relación a la oración?

Orar: Proverbios entiende a la oración como un sacrificio de adoración a Dios. Solamente la oración del justo es gozo para Jehová. Alaba a Dios que tu justicia es la de Cristo y esto hace que tu oración sea gozo delante de Jehová.


VIERNES

Leer: Mateo 6:1, 5-8

Meditar: ¿Cuál es el tema principal que une todos estos versículos? ¿Cuál era el problema de la justicia de los escribas y fariseos? ¿Cómo hacían sus oraciones los hipócritas? ¿Qué diferencia tiene que haber con el creyente cuando ora con relación a los hipócritas? ¿Crees que enterar en el aposten y cerrar la puerta se está refiriendo únicamente a la oración privada? ¿Cómo oraban los gentiles? ¿Qué diferencia tienen que haber con la oración de los creyentes?

Orar: La oración no puede estar cargada y llena de hipocresía. Pide que tu oración esté llena de sinceridad e integridad delante de Dios. Que tu oración tenga como objetivo primero que suba delante de Dios y no de los hombres. Pide que tu oración sea una oración que no piense que por repetirse convencerá a Dios de tu voluntad. Pide por una oración íntegra en tu vida.  


SÁBADO

Leer: Apocalipsis 8:1-4

Meditar: ¿Qué sucede cuando el séptimo sello es abierto? ¿Qué es lo que lleva el ángel parado frente al altar? ¿Qué es aquello que le es dado al ángel? ¿Qué crees que significa que fue añadido más incienso a las oraciones de los santos? ¿Imagen te da el altar, el incienso y las oraciones? ¿Dónde llega el humo del incienso?

Orar: Las oraciones de los santos son el olor fragante de la adoración derramada sobre el altar. Orar siendo consciente de que tu oración no es una obligación sino más bien es tu adoración de olor fragante a Dios.