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EDIFICARÉ MI IGLESIA
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca, edificaré mi iglesia,
y las puertas del Hades no prevalecerá contra ella”

(Mateo 16: 18)
      Si hay algo que caracteriza al viejo continente es la presencia de grande y majestuosas catedrales. En Barcelona tenemos la Catedral de Barcelona también conocida como de la Santa Cruz y Santa Eulalia la cual mezcla estilos arquitectónicos distintos debido a su proceso de construcción. La catedral gótica que puede verse en la actualidad fue construida durante los siglos XIII al XV sobre la antigua catedral románica la cual fue a su vez fue edificada sobre una iglesia visigoda cuyos fundamentos fueron puestos sobre una basílica paleocristiana. En París se encuentra la famosa catedral de Notre Dame el cual posiblemente es uno de los edificios más antiguos que fueron construidos en estilo gótico. Haciendo honor al estilo gótico el cual estaba ligado al esplendor y monumentalidad, la catedral de Notre Dame refleja dichas características del estilo gótico, toda ella respira esplendor y majestuosidad.  Contemplando esas catedrales no puede dejar de pensarse en el tiempo que fue invertido en la construcción de las misas. Siglo y siglos, piedras y piedras y también decirlo, vidas de hombres que trabajaron, intervinieron en la edificación de estos edificios majestuosos. Irónicamente, la grandeza de muchas de estas catedrales contrasta con el sinfín de despropósitos que la religión obró en aquellos siglos en medio de la sociedad. Aquellos edificios que supuestamente fueron concebidos para mostrar la grandeza de Dios, en muchas ocasiones fueron templos que lo único que reflejaban y exaltaban a imagen de la ciudad y torre de Babel, era el hacerse un nombre para el ser humano. Aun y cuando, tales iglesias son preciosas desde la perspectiva arquitectónica, no hay duda alguna que Jesucristo no se refería a esto cuando dijo “yo edificaré mi iglesia”.


      Cuando Cristo se dirigió a Pedro después de que éste hubiese confesado que Jesús de Nazaret ere el Hijo del Dios viviente (Mateo 16:16), Cristo mostró a Pedro su “su proyecto arquitectónico”, ningún otro sino Jesucristo mismo sería aquel que edificaría su propia iglesia, “yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca, edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Siendo Cristo aquel que edifica su iglesia, esto implica que solamente él es la piedra del ángulo (Efesios 2:20) y la cabeza de la iglesia que él edifica (Efesios 1:22). La Biblia presenta diversas imágenes de lo que es la iglesia de Cristo, imágenes que poco a poco iremos considerando en estos devocionales orando que la breve meditación en ellas despierte en los redimidos por gracia y fe en Cristo un sentimiento de gratitud a Dios y una mayor consideración de la iglesia de Cristo.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Aun y cuando estamos familiarizados con la palabra “iglesia”, lo cierto es que suele desconocerse lo que significa. La palabra iglesia en su sentido más literal significa “llamado fuera de” y a nivel general la palabra solía referirse a una asamblea civil convocada o llamada para tomar decisiones como es el caso de Hechos 19:32, 39, 41. Ahora bien, como muchas cosas en la vida, el contexto en el cual dicha palabra es usada tiene su importancia y no cabe duda alguna que el contexto del evangelio de Mateo da un significado especial al uso de esta palabra en boca de Jesús. Cuando Cristo dijo “yo edificaré mí iglesia” dicha frase en el evangelio de Mateo está vestida con todo el contexto del antiguo testamento. La imagen del pueblo llamado por Dios y reunido en asamblea oficial tiene su origen y raíces en el éxodo de Israel en las faldas del monte Sinaí. El verbo hebreo qahal, implicaba la convocatoria en asamblea oficial del pueblo redimido delante de su Creador y Redentor. Israel fue llevado al Sinaí después de haber experimentado la salvación de Egipto por parte del brazo fuerte de Jehová (Éxodo 4:13; 19:1-2). En aquel monte al tercer día el sonido de bocina llenó como un estruendo el monte Sinaí (Éxodo 19:16). La bocina indicaba no solamente la venida del Rey sobre el monte Sinaí sino también la convocatoria en asamblea oficial que el mismo Creador y Redentor hacía de su pueblo redimido. Dios en el Sinaí convocó en asamblea oficial a su pueblo redimido. Dios edificó y convocó a su qahal a su asamblea delante de su presencia. Dios se encontró con su pueblo y el pueblo convocado en asamblea oficial se encontró delante de su Dios para ser pueblo del pacto y vivir fiel y lealmente a su Dios.


      Esta realidad quedó marcada en la conciencia y vida de Israel. La convocatoria oficial de Israel en asamblea no era algo que debía quedar en el pasado del Sinaí sino debía repetirse a lo largo de su vida y esto lleva directamente a las palabras de Jesús. Es curioso observar que de los cuatro evangelios solamente Mateo presenta la palabra “iglesia”, dos veces la menciona en boca de Jesús (Mateo 16:18; 18:17). Mateo es el evangelio que de manera marcada tiene un tono judío y que entiende que toda la historia de Israel es cumplida en Cristo Jesús. Siendo así, cuando Cristo dijo “yo edificaré mi iglesia”, estaba diciendo “yo edificaré mi qahal”, “yo convocaré oficialmente a mi pueblo redimido delante de mí”. La idea de “iglesia” en las palabras de Jesús dichas en Mateo 16:18 es la idea que Cristo es aquel quien convoca en asamblea oficial a su pueblo redimido. Por tanto, la iglesia no es un grupo de personas que comparten ideas en común - aún y cuando ideas en común existen -. Tampoco es un grupo de personas que comparten una ideología en común - aún y cuando ideología en común está presente -. La iglesia es la asamblea de los redimidos por Cristo, convocados oficialmente para encontrarse con su Dios y servirle en un nuevo pacto. Nadie en este mundo se uniría por voluntad propia en asamblea oficial para encontrarse con Dios y servirle.


      Nuestro mundo presenta asambleas de partidos políticos que por voluntad propia se reúnen para tomar decisiones. Asambleas de clubs deportivos se reúnen igualmente para decidir que hacer con el club, pero nadie se reuniría para crear una asamblea para encontrarse con Dios, solamente Cristo es quien edifica a su asamblea. Después de la gran confesión de Pedro, cuando Cristo habló de la necesidad de su muerte, el mismo Pedro que había confesado que Cristo era el Hijo de Dios, rechazó la muerte del mismo (Mateo 16:22), pero es necesario entender que esta es la manera como Cristo edifica a su asamblea. En la edificación de iglesia del nuevo pacto, bocinas no sonaron para convocar al pueblo, relámpagos no descendieron sobre el monte, pero igualmente el Rey se situó encima del monte para convocar a su asamblea de redimidos. En el Calvario lo que se oyó fue el clamor “Padre perdónalos porque no saben lo que se hacen”, lo que se vio fue la sangra redentora de Cristo vertida en la cruz y en aquel momento no solamente tembló la tierra, sino que las mismas puertas del Hades fueron sacudidas porque aquella cruz es el medio irresistible por el cual Cristo llama a los suyos, edifica su asamblea para encontrarse y adorar a su Dios y el Hades mismo sabe que ni sus puertas prevalecerán contra ella.


      “Edificaré a mi iglesia”, Cristo edifica a su asamblea congregada oficialmente para encontrarse con Dios, adorarle y servirle. Cuando consideramos esta imagen de la iglesia, esta debe llevarnos a entender que       la iglesia no es una simple reunión. Cada vez que la asamblea se congrega oficialmente Dios se encuentra con su pueblo y su pueblo se encuentra con su Dios. La iglesia edificada por Cristo es algo activo que sirve y adora a su Dios y que goza ya en el presente de una realidad que eternamente gozaremos. Como asamblea de Cristo congregada aquí nos reunimos sorprendentemente en “el monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12:23-24).  
      Una de las imágenes es la que Jesús le muestra a Pedro, la iglesia es la asamblea de aquellos que Cristo mismo llama a reunirse en su presencia, una asamblea cuya esencia misma está marcada por la eternidad, no habrá nada, ni el mismo infierno que sea capaz de destruir la iglesia que Cristo edifica. Si los arquitectos de este mundo son capaces de edificar bellezas arquitectónicas que deslumbran y generan un sentimiento de admiración en aquellos que las contemplan ¿cuánto más será capaz aquel que es Creador de todo el universo, Creador de todas las maravillas que podemos encontrar en nuestro planeta, edificar algo mucho más bello y sublime? Ahora bien, ¿a qué se refería Cristo cuando dijo “yo edificaré mi iglesia”?