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BENDECIDOS
EN EL GRAN PASTOR
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del nuevo pacto, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo;
al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”

(Hebreos 13:20-21)
      No hace mucho pude ver un programa de televisión que hablaba sobre la profesión de pastor. De manera concreta el programa hablaba de aquellos pastores que tienen que pasar largas temporadas fuera de casa para guiar al rebaño a pastos donde puedan comer. Hay varias cosas que me sorprendieron de ese programa. Una de ellas fue - y posiblemente es algo obvio y entendible en el siglo XXI en el cual vivimos - que dicha profesión de pastor es algo que está a la baja, por no decir que es una profesión en peligro de extinción. Aun y cuando continuará habiendo ovejas que pastorear a prados y arroyos lejanos, pastores de vocación dispuestos a pasarse largas temporadas acompañados únicamente por su rebaño, las montañas, el sol la luna y las estrellas cada vez es más difícil encontrarlos. La escasez o dificultad de encontrar pastores así se debe a la segunda cosa que me llamó la atención. Tales pastores podían pasarse hasta seis meses sin ver a sus familiares y compañeros, una vez iniciaban el camino haca pastos lejanos su vuelta a casa se sabía que sería después de una larga temporada. En ese tiempo su única atención era el rebaño, era guiar a las ovejas a todo buen pasto. En ese tiempo el pastor pastoreaba al rebaño de tal manera que hiciesen lo que era agradable delante del pastor y pudiesen llegar a pastos aptos para su vida. Quizás, si las ovejas pudiesen hablar darían gracias por la presencia y la guía de un pastor así. Dicha visión y entendimiento del trabajo pastoral resulta ser una imagen que va como anillo al dedo para hablar de la guía y pastoreo de Dios hacia su pueblo salvado en Cristo.


      Las imágenes pastoriles son comunes en la Biblia para hablar de la relación que Dios establece con su pueblo, el Salmo 23 es un claro ejemplo de ello “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. Precisamente dentro de esta imagen de pastor y rebaño que la Biblia utiliza para enseñar verdades es que el autor del libro a los Hebreos sitúa la bendición “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del nuevo pacto, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13:20-21). No hay duda alguna que la bendición para el pueblo de Dios, es una bendición dada en el Gran Pastor de las ovejas, el Señor Jesucristo. Ahora bien ¿por qué una bendición así? ¿Qué importancia y significado puede tener para nuestras vidas? La importancia y significación de dicha bendición cobra una mayor magnitud cuando la entendemos dentro del contexto en el cual es dada.
Pastor Rubén Sánchez
Devocional Semanal - Pastor Rubén Sánchez
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Hebreos 13 es el último capítulo del libro y en él el autor está dando una serie de exhortaciones finales a aquellos cristianos a los cuales está escribiendo. Hay exhortaciones a permanecer en el amor fraternal (v.1), a no olvidar la hospitalidad (v.2), a no olvidarse de aquellos que están en una situación de debilidad (v.3). a honrar el matrimonio (v.4), a vivir con contentamiento de lo que se tiene y no con avaricia (v.5), a recordar a los pastores (v.7), etc. Como un padre que da los últimos consejos a su hijo para afrontar la vida, el autor del libro a los Hebreos da los últimos consejos a aquellos cristianos para que vivan su vida cristiana dignamente. El libro de Hebreos presenta una visión que en ocasiones es obviada, la visión de peregrinaje. Como pueblo de Dios peregrinamos en este mundo hacia la patria celestial, hasta alcanzar aquellas promesas que nos han sido dadas en Cristo Jesús (Hebreos 4:9; 10:22; 12:22). Tomando la imagen del rebaño de ovejas, el pueblo de Dios peregrina en este mundo como un rebaño de ovejas y ciertamente este peregrinaje no es fácil. Esta vida no siempre presenta verdes pastos y aguas cristalinas en las que poder descansar. En más de una ocasión hay peligros que acechan nuestras vidas, peligros esperados y otros que nos atacan inesperadamente. Hay más de un camino para poder tomar, pero - aun y cuando nuestra sociedad se empeñe en decirnos que no importa el camino que tomes, todos son correctos por no haber nada absoluto - lo cierto es que esto es una falacia. Ciertamente hay caminos que guían a buen puerto y otros que tienen consecuencias desastrosas. Además de esto, el rebaño de Dios debe vivir según la voluntad agradable de Dios, siendo así, ¿cómo podemos vivir y caminar en una vida que no siempre nos presenta verdes pastos? ¿Cómo actuar de manera agradable a nuestro Dios cumpliendo aquello en lo que somos animados a cumplir? Para ello está la bendición de Hebreos 13:20-21.


      Dios es quien nos guía en medio de nuestras vidas. La bendición que pide el autor es algo precioso. En ella “el Dios de paz” es aquel que hace apto a su rebaño para toda buena obra para hacer así la voluntad de Dios haciendo él en nosotros lo que es agradable delante de él “os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él” (v.21). La bendición pide para que como pueblo Dios obre en nosotros para que en el peregrinaje de nuestra vida podamos hacer la voluntad de Dios. En una vida de verdes pastos y arroyos de aguas cristalinas y de cardos y espinos, como rebaño podamos vivir no según la voluntad del mundo sino la voluntad de Aquel que nos ha salvado. Para ello Dios realizó algo maravilloso “el Dios de paz resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto” (v.20). Esta obra del Dios de paz es la base para hacernos aptos en nuestra vida. La obra redentora de Cristo, su resurrección y su muerte es la base sobre la cual la bendición es dada, es el corazón que late y da oxígeno y vida a la bendición formulada. El Gran Pastor que fue resucitado por Dios es el Gran Pastor que primero vertió su sangre en una cruz a favor de sus ovejas para la inauguración del pacto de paz eterno con Dios. El Gran Pastor pasó primero por la dura realidad de la muerte, peregrinó por el valle de sombras de muerte, no encontró pastos verdes sino solamente la cima árida del Calvario, no bebió de arroyos de agua fresca, sino que bebió vinagre colgado en una cruz. Si hay alguien que conoció la dureza de esta vida sin merecerlo, éste fue Cristo Jesús. Ahora bien, después del sufrimiento llegó la gloria, Dios resucito a Jesucristo, victorioso y triunfante.  


      Es interesante ver como la resurrección es lo que toma énfasis en la bendición, está puesta antes que el sacrificio y esto es así porque la resurrección marca la victoria y el faro que guiará al rebaño de Dios. Aquel que es resucitado es descrito como “el gran pastor de las ovejas” (v.20). Cristo fue resucitado por el Padre como victorioso y triunfante sobre la muerte. El pacto eterno y las promesas de Dios para su rebaño quedaron aseguradas por el sello mismo de la resurrección, ahora bien, resucitó como el Gran Pastor. En su resurrección Jesucristo se presenta como aquel que guía a sus ovejas. Se presenta como aquel que fue delante de ellos en los sufrimientos de este mundo, pero triunfó. Ahora se presenta como aquel que va delante de sus ovejas guiándolas por un mundo difícil, como aquel que conoce de las dificultades y peligros pero que venció y ahora guía a su pueblo en el peregrinaje hasta la gloria. Las ovejas tenemos a quien mirar, tenemos en quien poner nuestros ojos sabiendo que el Gran Pastor nos guía triunfante a la gloria. Es en base a esa realidad que Dios puede capacitar a su rebaño a vivir una vida agradable delante de él.


      Muchas cosas pueden sernos agradables en esta vida, pero no todas lo son delante de los ojos de Dios ¿cómo hacerlo agradablemente delante de Dios? Dios es aquel que gracias a la obra de Cristo nos hace “aptos para toda buena obra para que hagáis su voluntad” y esto es posible porque es Dios quien hace “en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo”. En primer y último término es Dios quien actúa en su rebaño por Cristo para que podamos vivir en su voluntad. En lugares de delicados pastos donde él puede hacernos descansar, a través del valle de sombras de muerte por el que podamos pasar, en aquellos momentos donde vivir agradablemente delante de Dios se haga difícil y podamos clamar “¡qué debo hacer!”, “¡cómo vivir!”, “¡cómo continuar!” recuerda que el Gran Pastor va delante de nosotros y en él somos bendecidos. Cuando nuestro clamor en esta vida pueda ser “¡no puedo más!”, “¡es muy difícil vivir así agradablemente delante de Dios!” recuerda que en el Gran Pastor y su obra Dios actúa en nosotros para hacer lo que es agradable delante de él. Por tanto, a él “sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.