Copyright 2013 Iglesia Evangélica Bautista "Piedra de Ayuda", San Eusebio, 54 - 08006 Barcelona. España

Pastores Roberto Velert Chisbert -- Telfs- 93.209.83.46 - Móvil: 659.890.253  emali: radiobonanova8@gmail.com
         Rubén Sanchez Noguero - Telfs - 93.209.83.46 - Móvil: 610.224.965   emali: rsanchez111@yahoo.es
Desde el Corazón - Pastor Roberto Velert
ME ACUSO, SEÑOR...
Pastor Roberto Velert
      Me acuso, Señor, de ser un atalaya. Desde hace ya bastante tiempo me viene persiguiendo la idea de que este aprendiz de escribidor sea un tipo atalaya. No en la acepción de una torre construida en un lugar alto para vigilar y, mucho menos, como un espacio geográfico desde donde puede verse mucho terreno así como el pueblo que lo habita, pero sí como una especie de cronista que opina sobre cosas que ve desde una situación privilegiada y con una ética deontológica, propia del periodismo cristiano. Como alguien que, desde la definición Ezequeliana*, siente el llamamiento que dice: “a ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya -también en este tiempo de confusión para que divises- oigas la palabra de mi boca y amonestes al mal de mi parte”, y si no me he acusado antes de este atrevimiento y decir estas siete palabras, es porque las peores críticas sobre mis pensamientos expuestos, surgen de mi propio pueblo, que tristemente ve nuestro mundo y lo interpreta meramente en lenguaje tertuliano. ¿No estaremos, me pregunto, con tanto tertulianismo, contribuyendo a ensuciar y ennegrecer el mundo?. Sé que mis lectores comprenderán que no me estoy refiriendo a la prensa amarilla o a la misma sensacionalista, que por exigencia de sus lobbies, la competitividad del tiraje y lo que los partidos exigen, tienden a diario a agredir los nervios y vida de la ciudadanía. Escribo también de los periódicos normales, de los medios radiales y de visión y la variedad de las redes sociales.


      “Desde el Corazón” supongo que nadie va a negarme que estemos viviendo en un mundo y, en estos últimos tiempos en España, con un ambiente tenso, ácido y avinagrado. Ocho de cada diez personas con las que conversamos terminan diciendo: “adónde vamos a parar” o “qué mundo es este en el que vivimos”. Es fácil reconocer que muchas personas dudan del sentido trascendental de la vida, que no pueden evitar el revolverse contra Dios, por hacer esta humanidad de violencia, agresión y zancadillas. Y me pregunto si no estaremos los cronistas en ese colectivo avinagramiento de la humanidad, si no vivimos entregados a falsificar la realidad de la sociedad, precisamente porque hemos elevado a norma lo novedoso, lo llamativo, lo que encumbra al precio que sea, lo golpeante, lo mórbido.
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
      Hoy, los medios de comunicación, viven la competencia como primera norma. No es necesario hacer buena literatura, es importante hacer las noticias que la gente lea y discuta. Hay que llamar la atención a toda costa. Hay que conseguir ser distintos y no buenos, llamativos y no hondos, hay que entrar en las prisas de lo urgente de la actualidad, aun sin reflexión y de los chismorreos. Hay que decir la noticia y el criterio antes que los demás, ganar al contrincante por la mano, opinar sobre lo divino y lo humano aunque no se sepa mucho de lo uno y de lo otro. Y que conste, que este aprendiz de escribidor, dirá que estas irreflexivas formas de ser y comunicar, también abundan en los “pulpiteros”.


      Recordando los tiempos de estudiar para ser comunicador, aprendí con sorpresa que cuanto más importante es una noticia, más precipitadamente debe ser tratada. Cuanto más profundo sea lo que hay que contar, menos tiempo se tiene para reflexionar ¿acaso no está sucediendo esto en este tiempo?; la gente debería leernos con setenta lupas, desconfiando de muchos adjetivos e informaciones. Y asombrosamente, esto lo saben los lectores de los periódicos, la televisión, los anuncios, las declaraciones políticas. Pero todos nos alimentamos de estos medios.


      Triste panorama que vemos a diario realizado: hasta los grandes escritores y filósofos, y no digamos los atalayas que en el estilo Ezequielano deben ver, oír la voz del Creador y desde ahí, amonestar, deben mendigar un sitio para anunciar verdades que deberían escucharse.


Hete aquí, pues, abundando los reyes de la superficialidad y lo ácido, dirigiendo un mundo de distorsionada información, contagiando a los humanos al culto de lo raro, obligando con sibilinas demagogias a la masa a creer que el mundo abunda en hombres que muerden a los perros, ayudándoles a levantar los puños contra el cielo que habría creado mal las cosas y consiguiendo que el hombre no vea jamás los ríos de amor y de ternura que pese a ellos, aún cruzan por la Tierra. Pero recordemos, “el que al cielo le escupe a la cara le cae”.


* Profeta Ezequiel.
      Y como resulta que la ‘mass-media’ de hoy, escrita y transmitida por todos los medios tecnológicos, son los actuales invasores que acaparan el ochenta por ciento de los conocimientos que el hombre medio tiene -que vive más de los periódicos que de los libros y de sus propias convicciones- henos aquí convertidos en filtros de confusionismo, amarguras, destiladores de tensión en las almas, en deformadores sistemáticos de la visión de un mundo al que le sobra Dios. Quede claro “Desde el Corazón” que no estoy diciendo que sean malvadas las personas -que lo son ¡vaya, ya estoy en el estilo ‘puigdemontiano’: no pero sí, sí pero no!- una por una, sino que como atalayas que son desde sus promontorios privilegiados, cuando emiten sus visiones se convierten en ennegrecedores de lo que sucede. ¿Quién discutirá que de un “mundo informado” estamos pasando a un mundo “superarchirrequeteinformado”?. Hasta los políticos reconocen que los medios de comunicación, la “mass-media” de Marshall McLuhan, son el cuarto poder, y es bastante cierto que lo son en la política y la economía, pero en la conciencia son el primero.