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Desde el Corazón - Pastor Roberto Velert
LAS MONJAS DE LOS MISALES
Pastor Roberto Velert
      Esto que voy a contar no es del todo una fábula. Aunque pudiera parecerlo. Ha sucedido y está sucediendo en un hermoso territorio al Nordeste de la Península Ibérica. En uno de los importantes municipios que limita al Norte con Occitania y Andorra, el más importante de todos, ubicado en terreno entre los Prepirineos y la Cordillera litoral. Un suceso que todos los periódicos -poco los que han abandonado la milenaria lengua íbera- y las televisiones- poco las que el “govern” controla a placer- han informado hasta la saciedad. Y las que no lo han ventilado a granel, dicen ser porque no son amigas del estrépito. Yo, “Desde el Corazón” procuraré contarlo sin estrépito, con la escalofriante sencillez de los hechos, que por sí mismos atentan contra las creencias religiosas y morales, que los protagonistas decían sostener y practicar.


      En una Abadía cercana a las tierras de Santa Paloma de Queralt, existía una comunidad de monjas y monjes carteristas -que no cartesianos- que con alegría descubrieron cuán fácil era conseguir dorados misales, que además se multiplicaban más que los panes y los peces de los Evangelios, y que los facilitadores de tales dones, lo hacían con entusiasmo y emoción por la fe que la delictiva congregación, transmitía con su sacrificio por el futuro de la Nación.


      La madre Superiora que controlaba todo el stock de valiosos misales, quizás pensando en acaparar más misales, y con el plan mafioso de ocultarlos de la acción de las autoridades fiscales, con notas manuscritas, al estilo del film El nombre de la rosa con dedos negros de pasar las cartulinitas distribuyentes, repartía sus misales entre los capellanes parroquianos. Las notas escritas desde más que del misterioso asunto de la novela de Umberto ECO, si no fuera tan trágica la trama, podría ser una escena dentro de la película de Tony LEBLANC “Los Tramposos”; ¡qué sutileza!; ¡qué ejercicio metafórico tan estructurado!; ¡qué imágenes tan evidentes de convencimiento de impunidad!. El cura es el banquero ¡vaya cura!; sor Superiora la abadesa, los misales son dineros, las bibliotecas, las cuentas opacas, y los capellanes, los miembros de la familia. Y el Canónigo o Cardenal de la Seo, bendiciéndolo todo.
"...y le puso por nombre Eben-Ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová" (1ª Samuel 7:12)
     El desconcierto anuló los maitines, no había paz para realizar los rezos, y la comunidad se asustó pensando que podrían entrar en las celdas, que se habían terminado las baratísimas formas de enriquecerse por comisiones, y no precisamente de producir mazapanes, tocinillos de cielo o licores carmelitanos.


      Si yo fuera Cardenal, hubiera excomulgado a tan ofensiva orden religiosa. No sin antes pedir que confesaran de dónde provino la herencia de los misales. Sin embargo, la pobre cofradía -ahora sí, aunque aparecerán poseer en paraísos fiscales, aún muchos misales (acertado escenario para tanto lenguaje religioso)- asamblea de Reverendos, madres Superioras y capellanes, se acercan a zancadas a juicios, y olores de inciensos de celdas. En este tiempo pensarán que han sido visita-dos por el ángel del dolor, porque todo el convento está envenenado. Y, como pese a todo son humanos, sus rostros manifiestan escalofríos de pavor. Si les queda algo de fe ritual, quizás empiecen a entender -puesto que usan lenguaje religioso- que los caminos de Dios son extraños, y que el mal que se hace, tarde o temprano aparece. Sentirán cómo miles de antiguos aduladores han sacado sus números telefónicos de sus Agendas, cómo se les degrada de títulos y honores y cómo a poco, aun viviendo opíparamente la sonrisa, el orgullo y la paz, han desaparecido de sus espíritus.


      Pero, “Desde el Corazón”, este aprendiz de escribidor, que no es ni monje ni padre superior, puede decir a esa comunidad de monjas, reverendos, capellanes y patriarca, que Dios, el del Evangelio de las Escrituras, no la creencia que el clan proclamaba, les puede dar otra oportunidad. Y que aun en esa vergonzosa, mafiosa y blasfema conducta, es hora de arrepentirse, pedir perdón a Dios y a todos a los que han engañado, y siguiendo el ejemplo del rico enano de los Evangelios, llamado Zaqueo, devolver lo robado, para el bien de los ciudadanos y caminar en una nueva vida que realmente honre la justicia, la verdad y, sobre todo, a Dios.


      Esto pienso que no es una fábula del todo. Esto ocurre, está ocurriendo, puede ocurrir en este mundo que decimos perdido.
      ¡Qué desvergonzado evento!; el campo semántico religioso libreto de la criminalidad, una ofensa a toda regla a la fe que con protocolaria devoción profesaba la cofradía.

      Pero sucedió que un día, la UDEF, esa Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal, que el mismo patriarca dijo ¿qué es eso de la UDEF? cual un fray Guillermo de BASKERVILLE, descubrió que la Abadía se había convertido en una cueva de ladrones que había y se habían repartido millones de misales.